Un diccionario árabe de lujo de la Valencia medieval

La Biblioteca Qarawiyyīn de Fez conserva un precioso códice que arroja nueva luz sobre las artes del libro en la Valencia musulmana, así como sobre la actividad y las prácticas de aprendizaje de los especialistas medievales en lexicografía árabe en al-Andalus. Copiado e iluminado en 1124 para la biblioteca de un rico mecenas o institución, este diccionario árabe de lujo cuenta con una fascinante historia de transmisión que lo vincula con la famosa biblioteca del califa omeya al-Ḥakam II (r. 961-976)


Umberto Bongianino
The Khalili Research Centre, University of Oxford


Comienzo de la letra ḍād en el Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn de la Biblioteca Qarawiyyīn (ms. 1238, p. 245).

El Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn («Compendio del Kitāb al-ʿayn») de Abū Bakr Muḥammad al-Zubaydī (m. 989) es el diccionario árabe más antiguo del Occidente islámico que se conserva. Su autor fue un ulema sevillano que llegó a ser cortesano y confidente de al-Ḥakam II, el célebre califa omeya de Córdoba (r. 961-976). A petición del califa, al-Zubaydī abrevió y reelaboró el diccionario clásico del gramático iraquí al-Ḫalīl b. Aḥmad al-Farāhīdī (m. 791), titulado Kitāb al-ʿayn («Libro del ʿAyn») en un compendio (muḫtaṣar en árabe) que se hizo inmediatamente popular por su precisión y concisión. De hecho, se sabe que la obra de al-Zubaydī fue uno de los cuatro compendios lexicográficos que generalmente se preferían a su versión original.

Al-Zubaydī terminó su Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn en Córdoba en el verano de 362/973, para la biblioteca de al-Ḥakam II. El califa omeya fue un entusiasta mecenas del conocimiento y las artes, así como un reputado bibliófilo: varias fuentes le atribuyen la creación de una biblioteca palatina con más de 400.000 libros de todos los géneros, que también funcionó como un activo centro de estudio, copia y recopilación de obras literarias de todo el mundo islámico y de fuera de él. Aunque la cifra de 400.000 es claramente hiperbólica, existe evidencia suficiente que sugiere que la biblioteca califal de Córdoba fue uno de los centros culturales más importantes de su época. En este ambiente intelectual cosmopolita, animado por eruditos de Bagdad y Constantinopla, al-Zubaydī desarrolló su actividad como filólogo, poeta, lexicógrafo y tutor del hijo y heredero de al-Ḥakam, Hišām.

Los anales palatinos del historiador de la corte omeya ʿĪsà b. Aḥmad al-Rāzī (m. 980) mencionan que al-Zubaydī fue convocado a Madīnat al-Zahrāʾ, sede del califato omeya, y nombrado solemnemente como tutor del príncipe Hišām, como recompensa por haber completado el Muḫtaṣar:

“El domingo día 15 de dū-l-qaʿda de este año [= 17 agosto 973] se dio orden al gramático Muḥammad ibn Ḥasan, llamado al-Zubaydī y luego al-Išbīlī, de que se fuera a vivir a Madīnat al-Zahrāʾ para dar lecciones al príncipe Abū-l-Walīd Hišām, hijo del Príncipe de los Creyentes, e iniciarlo al estudio de la lengua árabe. Le había sido preparado alojamiento […] y le había sido señalada una holgada pensión. En este primer día se le dio, además, un espléndido donativo y una preciosa vestidura de honor, como recompensa por el trabajo que había tomado a su cargo y terminado de abreviar el «Kitāb al-ʿayn» de al-Ḫalīl ibn Aḥmad y de disponerlo según el orden y con las adiciones que le había preceptuado el Príncipe de los Creyentes; trabajo que el Califa repasó y encontró de su gusto, por lo cual, como queda dicho, le hizo un espléndido regalo y lo aproximó a su persona. […] Desde ese día al-Zubaydī quedó en permanente afecto a las personas del Califa al-Ḥakam y de su hijo el príncipe Hišām y avanzó notablemente en su carrera”.

Lamentablemente, el manuscrito original del Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn se ha perdido, pero se conservan al menos seis copias fechadas en los dos siglos siguientes. La más antigua es un manuscrito de la Biblioteca del Sacromonte de Granada (ms. árabe 2), un códice de papel acéfalo fechado en 1008. Otros manuscritos tempranos de la misma obra se encuentran hoy en Madrid, Fez, Rabat, El Cairo y Marrakech. De todos ellos, el más precioso y completo es el ejemplar de la Biblioteca Qarawiyyīn de Fez (ms. 1238).

Concebido como una edición de lujo para la biblioteca de un mecenas o institución adinerada, el Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn es un códice de pergamino iluminado fechado en 1124, muy probablemente copiado en Valencia. Está escrito con una elegante letra maġribī, un tipo de escritura árabe que se originó en al-Andalus en época omeya y posteriormente se extendió al noroeste de África. La escritura maġribī difiere notablemente de las escrituras árabes empleadas en el Mediterráneo oriental, tanto en las formas de las letras como en su estética general. El valor material del manuscrito de la Qarawiyyīn se hace evidente al compararlo con los demás manuscritos conocidos de la misma obra, todos transcritos en papel barato y carentes de decoración. Pero la calidad excepcional de este códice reside principalmente en su pedigrí: fue copiado de un libro que perteneció al célebre gramático Ibn al-Sīd al-Baṭalyawsī (1052-1127), que vivía en Valencia en aquella época. A su vez, la copia de al-Baṭalyawsī había sido transcrita directamente del original perdido de la biblioteca de al-Ḥakam II, que llevaba glosas y un colofón escritos por el propio al-Zubaydī.

Como indica su nombre, al-Baṭalyawsī nació en Badajoz, pero pasó las dos últimas décadas de su vida en Valencia, donde estableció un floreciente círculo de sabios que solían reunirse en su casa para leer, discutir y transcribir obras de bellas letras, filología y lexicografía. Así lo confirman al menos otros dos manuscritos existentes: una copia del tratado lexicográfico del propio al-Baṭalyawsī titulado al-Farq bayn al-ḥurūf al-ḫamsa («Sobre la diferencia entre las cinco letras ẓāʾ, ḍād, ḏāl, ṣād y sīn»), fechado en 1118 y transcrito por uno de los alumnos de al-Baṭalyawsī; y una copia del Kitāb al-alfāẓ («Libro de las expresiones») de Ibn al-Sikkīt, que también fue leído y cotejado en presencia de al-Baṭalyawsī, en 1117, «en su casa de la ciudad de Valencia (fī manzili-hi bi-madīnat Balansiyya)». El primer manuscrito se conserva hoy en la Biblioteca Ibn Yūsuf de Marrakech (ms. 134), mientras que el segundo se encuentra también en la Biblioteca Qarawiyyīn (ms. 1240). Esto es indicativo del importante papel desempeñado por las bibliotecas marroquíes en la conservación de la tradición manuscrita de al-Andalus. El Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn puede atribuirse con seguridad al mismo medio erudito que estos otros manuscritos gracias a la información que proporcionan sus dos colofones (figs. 2-3), que rezan así:

Fig. 2 —Primer colofón del Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn de la Biblioteca Qarawiyyīn (ms. 1238, p. 331).

[Página 331]: Fin del Muḫtaṣar al-ʿayn, tomado de la versión extendida, cuyo autor es Abū Bakr Muḥammad b. Ḥasan al-Zubaydī, que en paz descanse. Esto ocurrió el día 3 de Muḥarram del año 518 [21 de febrero de 1124], que Dios bendiga a [el Profeta] Muḥammad y a su pura familia, y le conceda la paz perfecta». Al final del manuscrito del venerable maestro Abū Muḥammad al-Baṭalyawsī, con el que he cotejado esta copia mía, he encontrado escrito: «Cotejado con el Libro de al-Ḥakam [II], que en paz descanse, que fue cotejado por el propio al-Zubaydī, y contenía correcciones de su puño y letra».

Fig. 3 —Segundo colofón del Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn de la Biblioteca Qarawiyyīn (ms. 1238, p. 333).

[Página 333]: Al final del manuscrito del maestro Abū Muḥammad ʿAbd Allāh b. al-Sīd al-Baṭalyawsī (que Dios esté complacido con él) he encontrado escrito por su hermano (que en paz descanse): «Al final del Libro de al-Ḥakam [II] al-Mustanṣir bi-llāh (que Dios esté complacido con él) he encontrado escrito por Abū Bakr Muḥammad b. Ḥasan al-Zubaydī (que en paz descanse): «Comencé a escribir este tratado en Rabīʿ I 362 [diciembre de 972], y lo completé y transcribí por primera vez, y luego lo cotejé por segunda vez, en Šawwāl del mismo año [julio de 973]. La copia del tratado fue entregada entonces al servidor del Príncipe de los Creyentes [es decir, al-Ḥakam II], al-Fatḥ b. ʿAmr b. Maṭar al-Išbīlī»

La introducción de al-Zubaydī al Muḫtaṣar, que aparece en el manuscrito de Qarawiyyīn y en algunas copias posteriores, proporciona más información sobre los objetivos de la obra:

[Página 2]: Este es un libro cuya compilación fue ordenada por el Príncipe de los Creyentes al-Ḥakam [II] al-Mustanṣir bi-llāh, que Dios prolongue su duración, debido a su profundo interés por el conocimiento y su deseo de difundirlo y darle un buen uso. Este libro tiene como objetivo ser un compendio del libro conocido como Kitāb al-ʿayn, atribuido a al-Ḫalīl b. Aḥmad al-Farāhīdī: [las listas de] sus fuentes se omiten aquí, se acorta su prosa, se suprimen sus digresiones y se eluden todas las partes superfluas y redundantes. De este modo se revelan mejor las ventajas de esta obra, se facilita su memorización y se favorece su estudio al estudiante.

La línea de transmisión del manuscrito Qarawiyyīn está dotada de autoridad, lo que le da un aura especial que se transmite no sólo por su bella iluminación y su meticulosa caligrafía, sino también por el inusual cuidado que el copista anónimo prestó a la articulación de las distintas unidades textuales: encabezamientos de capítulos, títulos de secciones, entradas y definiciones, glosas marginales. Estas unidades textuales están separadas entre sí por un sistema de puntuación sorprendentemente coherente, mientras que las anotaciones marginales están meticulosa y creativamente dispuestas para poder ser identificadas y vinculadas fácilmente al pasaje correspondiente del texto principal. En otras palabras, el manuscrito presenta una «arquitectura de página» extremadamente compleja, a pesar de su tamaño relativamente pequeño (24 × 16,5 cm, 28 líneas de texto por página).

La mejor manera de apreciar esta disposición es pensar en cómo y por qué un ulema acomodado de la Valencia del siglo XII habría utilizado el Muḫtaṣar conservado en la Qarawiyyīn. En particular, debemos considerar la forma en que el libro interactúa con el lector, en múltiples niveles: algunos elementos facilitan la interacción con el texto, mientras que otros añaden valor simbólico y aumentan el aura de prestigio del libro. También hay que tener en cuenta que el tipo de árabe del que se habla en el Muḫtaṣar es una lengua literaria que no se utilizaba en la comunicación hablada, ni en al-Andalus ni en ningún otro lugar. Un diccionario como el de al-Zubaydī se habría utilizado principalmente para cultivar la propia erudición y la apreciación de la poesía y la prosa rimada. Los lectores de este manuscrito podrían haber trabajado en una cancillería -la del gobernador almorávide de Valencia, por ejemplo- donde las normas de la correspondencia oficial imponían el uso de un lenguaje especialmente florido. O puede que simplemente fueran miembros acomodados de los círculos literarios de la ciudad, siempre necesitados de encontrar las mejores palabras (y su correcta pronunciación) para impresionar a sus compañeros en actos sociales como concursos poéticos y fiestas.

Fig. 4 —Comienzo de la letra ẓāʾ en el Muḫtaṣar Kitāb al-ʿayn de la Biblioteca Qarawiyyīn (ms. 1238, p. 303).

Veamos ahora la página 303 del Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn, que contiene las entradas finales para la letra tāʾ y el comienzo de ẓāʾ (fig. 4). El elemento más llamativo es, por supuesto, el epígrafe del capítulo correspondiente a la letra ẓāʾ, escrito en gran letra cúfica (una arcaizante escritura angular típica de los primeros manuscritos coránicos), e iluminado en dorado con contornos negros y reflejos rojos. En el margen izquierdo hay una viñeta policromada en forma de flor estilizada, decorada en oro, rojo y azul lapislázuli. Veintisiete títulos de capítulos similares (ḥurūf, sing. ḥarf, «letras») decoran el manuscrito de la Qarawiyyīn, y todas las viñetas marginales difieren ligeramente entre sí: algunas parecen más capullos, otras se asemejan a palmetas, otras a medallones lobulados. El tamaño y la ostentación de estos títulos de capítulo habrían ayudado sin duda a los lectores a navegar por el texto en busca de la palabra que tenían en mente, siempre que hubieran estudiado y memorizado previamente el orden fonético de las letras utilizado por al-Zubaydī (muy diferente del orden moderno del alfabeto árabe).

Los títulos de cada subcapítulo están escritos en tinta marrón en letra maġribī grande, lo que habría ayudado a los lectores a reconocer la sección en la que podían encontrar el lema que buscaban, basándose en el número y tipo de sus radicales (las consonantes que forman cada palabra árabe). Los lemas sueltos y su explicación están escritos en letra maġribī de tamaño medio, con un signo de puntuación consistente en un punto inscrito en un círculo que separa un lema del siguiente. En la línea 21, por ejemplo, está la raíz triliteral «ẓāʾ con rāʾ y fāʾ»: aquí es donde los lectores habrían encontrado el verbo ẓarufa, que significa «sobresalir», o el sustantivo ẓarf, «un recipiente para todo tipo de cosas». Las líneas con espacios en blanco al final se rellenan con dos trazos oblicuos de la pluma, para dar homogeneidad visual al bloque de texto.

En los cuatro márgenes aparecen numerosos añadidos en forma de glosas escritas en una escritura maġribī en miniatura y dispuestas creativamente en líneas paralelas, perpendiculares o en zigzag. Contienen lemas adicionales, pronunciaciones y grafías alternativas de ciertas palabras y sus formas plurales, así como acepciones y significados auxiliares. Algunas de estas glosas se introducen con la letra kāf, que hace referencia a la versión ampliada del Muḫtaṣar (llamada «al-nusḫa al-kubrā» en el colofón). También se hace referencia al manuscrito original de al-Zubaydī como «aṣl Muḥammad» («ejemplar de Muḥammad») y «kitāb Muḥammad» («libro de Muḥammad»). Otras glosas citan la obra original de al-Ḫalīl y se refieren a ella como «al-kabīr» («el grande»). Se citan otras autoridades, como el gramático e historiador sevillano Ibn al-Qūṭiyya (m. 367/977), y Abū ʿAlī al-Qālī, un célebre filólogo de Bagdad que se había trasladado a Córdoba invitado por al-Ḥakam II, y había muerto allí en 942.

A modo de ejemplo, el lema maẓẓ de la línea 16 se define sucintamente como «granada silvestre», pero una glosa correspondiente en el margen izquierdo explica lo siguiente: «Abū ʿAlī [al-Qālī transmite] de Abū Ḥanīfa, el autor de al-Nabāt [«Libro de las plantas»], que el hábitat del maẓẓ está en las montañas, que produce copiosas flores, que en sus capullos hay abundante miel, y que su miel se llama maḏḫ, [deletreada] con una ḏāl y una ḫāʾ». A través de su actividad, al-Qālī encarnó el vínculo entre la tradición lexicográfica oriental (mašriqī) y occidental (maġribī), y es significativo que su obra aparezca tan a menudo citada en estas glosas, junto con la de otros famosos ulemas orientales como Abū Ḥātim al-Siǧistānī, Abū ʿUbayd Ibn Sallām y Sībawayh. El elevado número y la intrincada disposición de estas marginalia, aunque ciertamente complicadas de navegar, enriquecían la experiencia de los usuarios al proporcionar ventanas a la obra de autoridades distintas de al-Zubaydī. Además, la disposición en zigzag de algunas glosas es una elección estética que habría recordado al lector comentarios similares encontrados en libros religiosos contemporáneos. Casi todas las páginas del manuscrito de Qarawiyyīn están inscritas con notas marginales como las de la página 303.

Para concluir nuestro análisis, podríamos decir que la arquitectura de la página del Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn cumplía tres funciones principales a la vez, que pueden describirse mejor como textual, simbólica y estética. Los tres tipos de escritura de tres tamaños diferentes reflejan los tres niveles textuales del manuscrito: los encabezamientos facilitan la búsqueda del lector, las entradas responden a la consulta léxica del lector y las glosas proporcionan un aparato crítico e información adicional sobre los lemmata especialmente difíciles. El gran cuidado que se puso en la articulación y delimitación de estos estratos textuales —pensemos, por ejemplo, en las 22 veces que el copista tuvo que cambiar de pluma para completar sólo la página 303— debió hacer que fuese un verdadero placer consultar este manuscrito.

Simbólicamente, la presencia de dos colofones, marcas de cotejo regulares y abundantes glosas pretendía transmitir una sensación de autoridad y fiabilidad del texto: la cadena de transmisión y el comentario marginal de este manuscrito remiten a la obra de algunos de los más grandes gramáticos y lexicógrafos andalusíes (al-Zubaydī, Ibn al-Qūṭiyya, el propio Baṭalyawsī), así como a la de autores clásicos del oriente islámico (al-Siǧistānī, Ibn Sallām, Sībawayh), actuando al-Qālī como vínculo simbólico entre ambas tradiciones. El objetivo era presentar al lector una prestigiosa síntesis de trescientos años de erudición, que la escuela valenciana de al-Baṭalyawsī había heredado y transmitido legítimamente.

Desde el punto de vista estético, los títulos dorados en cúfico de este manuscrito crean una atractiva conexión visual con los manuscritos iluminados coetáneos de obras religiosas (especialmente ḥadīṯ y jurisprudencia islámica). Estos manuscritos también estaban escritos en pergamino y, al igual que el nuestro, transmitían su autoridad a través de su meticulosa caligrafía, su historia de transmisión y su rico aparato crítico. Es importante señalar que el Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn es el primer libro iluminado sobre un tema no religioso que ha sobrevivido del Occidente islámico: para volver a ver aparecer el oro en un manuscrito maġribī que no sea un Corán o una obra religiosa, hay que esperar hasta principios del siglo XIII. Mientras que en periodos posteriores se desarrollaron nuevos estilos decorativos para géneros específicos de libros, la iluminación de los manuscritos de lujo andalusíes de los siglos XI y XII imitaba estrechamente la de los coranes contemporáneos, y de forma intencionada. En el caso de las obras religiosas de ḥadīṯ y jurisprudencia islámica, el objetivo era realzar su aura numinosa y elevarlas al mismo nivel que el Libro Sagrado. En el caso del Muḫtaṣar de la Qarawiyyīn, el objetivo era crear un libro ejemplarizante que sirviera de arquetipo para generaciones de ulemas andalusíes, que rememorara la época dorada de al-Ḥakam II y su legendaria biblioteca, y que celebrara visualmente las glorias de la tradición lexicográfica andalusí.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator, revisada por Maribel Fierro.


Para ampliar:

  • Arias Torres, J. P. 1996: Un poco de lexicografía árabe. Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga.
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  • Bongianino, U. 2022: The manuscript tradition of the Islamic West: Maghribī round scripts and the Andalusī identity. Edinburgh: Edinburgh University Press.
  • Déroche, F. 2005: Islamic codicology: an introduction to the study of manuscripts in Arabic. London: Al-Furqān Islamic Heritage Foundation.
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