El ataque por sorpresa a una ciudad amurallada: un tema histórico y literario que traspasa fronteras

Entre los posibles relatos de la rica cronística medieval, hay uno que destaca por su éxito narrativo y, por eso, se encuentra en distintos autores, obras y tradiciones. Tiene como tema principal la toma de una ciudad escalando sus murallas en un ataque por sorpresa, de noche oscura y, en ocasiones, con tormenta, en el que un grupo reducido de atacantes accede a la parte alta de una muralla, ayudados de cuerdas y escalas, en un momento en que los centinelas suelen están descuidados o, incluso, dormidos.


Eva Lapiedra
Universidad de Alicante


Toma de Alhama. Sillería del coro de la Catedral de Toledo (siglo XV), obra de Alemán Rodrigo. APAG/ Colección de Fotografias/ F-13399.

Hay una serie de pasajes históricos que se encuentran en las crónicas musulmanas, escritas en árabe, y que se transmiten a las cristianas, escritas en latín o en lengua romance. El motivo principal es su éxito narrativo porque el relato histórico se mezcla con el literario, dando lugar a escenas cargadas de heroísmo y épica que podríamos describir en nuestros días como cinematográficas. Este hecho está relacionado con el modo de transmitir la historia por parte de los cronistas medievales, ya que, desde su forma de entender el mundo, el peso de la tradición escrita y su gusto por contar y recrear lo que relatan está por encima de la realidad de la que son testigos.

Uno de esos episodios tiene como tema principal la toma de una ciudad escalando sus murallas, sistema habitual ante las impresionantes murallas y torres fortificadas de algunas ciudades medievales. Destaca dentro de este método el ataque por sorpresa, en noches oscuras y, en ocasiones, con tormenta, en el que un grupo reducido de atacantes accede a la parte alta de una muralla, ayudados de cuerdas y escalas, en un momento en que los centinelas suelen están descuidados o, incluso, dormidos. Una vez arriba, el líder y primero en alcanzar el adarve da un grito de guerra para avisar a su reducido grupo de que pueden subir, acaban con los centinelas y abren las puertas desde dentro al resto del ejército, haciéndose así con la ciudad.

Vamos a exponer, a continuación, varios ejemplos, tanto de la tradición árabe como de la latino-romance. Debido a su temática, este episodio se encuentra recogido tanto en el ciclo de relatos sobre las conquistas árabes o Futuh al-islam, que desde Arabia se expandieron por el Oeste hacia Siria, Egipto, norte de África y la Península Ibérica (no tengo constancia de ningún ejemplo de la expansión por el Este), como en los relatos relativos al avance de los reinos cristianos de Castilla y Portugal sobre territorio musulmán. Las ciudades conquistadas que aparecen suelen ser hitos relevantes del proceso de conquista, por su tamaño, lo impresionante que parecían sus murallas defensivas y su situación estratégica.

La caracterización del líder del grupo difiere en la tradición musulmana y la cristiana. En la narrativa árabo-musulmana suele capitanear el ataque con nocturnidad y alevosía uno de los grandes conquistadores o alguno de sus compañeros, mientras que del lado latino cristiano el protagonismo lo tienen personajes fronterizos, es decir, hombres conocedores de las dos culturas por haber vivido en ambos lados de la frontera. Habitualmente, en las versiones latino-cristianas, el primero que llega a lo alto de la muralla utiliza el engaño más que la sorpresa, ya que se hace pasar por árabe, tanto en su apariencia como por el uso de la lengua árabe, para confundir a los despistados vigías.

Cronológicamente, la primera referencia es la de la toma árabe de Damasco a los bizantinos el año 635 por parte del famoso conquistador de Siria, Jalid ibn Walid. La ciudad tenía una imponente muralla de época romana. Según recogen varios cronistas, Jalid, que no dormía, “había cogido unas cuerdas en forma de escalas y lazos y cuando anocheció aquel día, subió él y los soldados que estaban con él, … cuando oigáis “Dios es grande” sobre la muralla, separaros de nosotros e id hacia la puerta” [Ibn al-Athir].

Asedio  de Constantinopla. Siglo XV. Wikimedia Commons.

Otro ejemplo se encuentra en la toma de Babilonia (Egipto) el año 641, en la que participó otro de los grandes personajes del ciclo de las conquistas, Amr ibn al-As, junto a Zubayr ibn al-Awwam, compañero de Mahoma. Producto de la ingeniería militar romana, situada en la cabecera del Delta del Nilo, Babilonia tenía grandes murallas de ladrillo y piedra además de dos gigantescas torres adicionales. Su conquista fue un golpe catastrófico para el dominio bizantino en Egipto, y lo sucedido resulta sospechosamente similar al relato sobre el asalto a las murallas de Damasco —como indica el historiador H. Kennedy.

“Cuando se demoraba la conquista para Amr ibn al-As, dijo al-Zubayr: yo me entrego a Dios y deseo por ello que Dios conquiste (esta ciudad) para los musulmanes. Entonces colocó una escala en un lado de la fortaleza… Después subió y les ordenó que si oían “Dios es grande” que le contestaran todos… apenas les dio tiempo a pensarlo cuando Zubayr ya estaba en la cima de la fortaleza diciendo “Dios es grande” con una espada en la mano… y lo mismo hicieron los que iban con él. Los musulmanes que estaban fuera le contestaron y la gente de la fortaleza no le cupo duda de que los árabes habían entrado todos. Entonces huyeron. Zubayr y los suyos se dirigieron a la puerta de la fortaleza y la abrieron y el resto de los musulmanes se precipitó dentro” [Ibn al-Hakam]

Siguiendo las huellas del avance conquistador, el siguiente hito sería la toma por parte de Musa ibn Nusayr, gobernador del Magreb y uno de los protagonistas de la conquista de la Península Ibérica, de la mítica Ciudad de Bronce en el norte de África. El relato tiene varias versiones, tanto de fuentes geográficas e históricas como literarias, y es muy conocida por encontrarse dentro de Las 1001 noches y Las 101 noches. En la versión más parecida a las ya mencionadas, en la traducción de Blasco Ibáñez, que hizo de la francesa de Mardrus, Musa

“Ordenó a sus hombres… construir con madera y ramajes una escala larga y sólida, que les permitiese subir a lo alto del muro, con objeto de intentar luego bajar a aquella ciudad sin puertas… e invocando el nombre de Alá, comenzaron a trepar por ella lentamente con el emir Musa a la cabeza… [llegaron a una sala] en la que se estacionaban guardias armados con arcos y espadas. Y dijo el emir Muza: “¡Vamos a hablarles, antes de que se inquieten con nuestra presencia!” [como ninguno contesta ni se mueve] Entonces, por si aquellos guardias no entendían el árabe, el emir Muza dijo al jefe Abdossamad: “¡Oh jeque, dirígeles la palabra en cuantas lenguas conozcas!”

Fuente: https://www.isliada.org/relatos/historia-prodigiosa-de-la-ciudad-de-bronce.

La misma ciudad de Damasco vuelve a ser el escenario de una conquista por parte de los musulmanes en el siglo XII. Nur al-Din Zanyi, señor del famoso Saladino, recupera la ciudad de manos de los cristianos en tiempos de las Cruzadas, el año 1154.

“Uno de los soldados de Nur al-Din se abalanzó hacia una muralla en lo alto de la cual estaba una mujer judía que le arrojó una cuerda. La utilizó para trepar, llegó a lo alto de la muralla sin que nadie se diera cuenta y lo siguieron algunos de sus compañeros que izaron una bandera, la colocaron sobre la muralla y empezaron a gritar: “¡Ya mansur! ¡Oh victorioso!” Las tropas de Damasco y la población renunciaron a cualquier resistencia” [Ibn al-Qalanisi]

Ya en el ámbito de la Península Ibérica, la conquista de Córdoba por los musulmanes el año 711 guarda también una enorme semejanza con la conquista de Damasco, como indica el historiador A. García Sanjuán. En este caso, el líder del ataque es Mugit, lugarteniente de Tariq ibn Ziyad, coautor de la conquista de al-Andalus junto a su señor, Musa ibn Nusayr.

“Llegada la noche, se acercó Moguits, y favoreciendo Dios su empresa con un fuerte aguacero, mezclado con granizo, pudo con la oscuridad aproximarse al río, cuando los centinelas habían descuidado la guardia por temor al frío y a la lluvia […] cruzaron el río “y se esforzaron por subir a la muralla… después de algunas tentativas, un musulmán logró llegar a lo alto. Moguits le arrojó la punta de su turbante, y por este medio treparon muchos al muro”

Sin embargo, el cronista que mejor utiliza y desarrolla este tópico narrativo es Ibn Sahib al-Sala, natural de Beja, en Portugal, y secretario del segundo califa almohade en el siglo XII. Atribuye la misma técnica con similar desarrollo a Giraldo, esclavo militar de origen luso y, por ello, gran conocedor de la frontera entre musulmanes y cristianos en territorio portugués. Lo curioso en este caso es que el cronista modifica la perspectiva porque el protagonista escalador no es un conquistador ni se alaba su hazaña sino un enemigo del que se desaprueba su actitud, aunque resulte heroica.

“El perro se acercaba sin ruido en noches lluviosas y muy oscuras, de fuerte viento y nieve, hacia las ciudades. Había preparado instrumentos de escalas de madera muy largas, que sobrepasasen el muro de la ciudad…subía por ellas…el primero, hasta la torre, cogía al centinela y le decía: “habla como es tu costumbre” para que la gente no le sintiese. Cuando se había completado la subida de su miserable grupo a lo más alto del muro de la ciudad, gritaba en su lengua con un alarido execrable, y entraban en la ciudad”

Este episodio del, para los musulmanes, rebelde y traidor Giraldo, que primero sirvió a los califas almohades y después se pasó al bando cristiano a las órdenes del rey portugués Alfonso Enríquez, es, sin duda, el que consigue mayor tensión narrativa a nivel literario y facilitó que pasara a las fuentes cristianas con el mismo Giraldo u otros personajes de características parecidas.

Es interesante destacar cómo el Giraldo de la crónica almohade habla en árabe, se sobreentiende, con el vigía, instándole a que siguiera haciendo su ronda con normalidad y que no diera la voz de alarma. Ese aspecto, el de hablar a los centinelas, se encuentra también —como hemos visto— en el pasaje de la Ciudad de Bronce, y será un punto relevante en los relatos cristianos.

El Giraldo sem Pavor de las crónicas cristianas se caracteriza como uno de los héroes de la épica portuguesa en el momento de formación del reino y hay diversas versiones de sus hazañas. Quien más desarrolla su leyenda en torno a la conquista cristiana de Évora es el humanista portugués, André de Resende, en el siglo XVI. Esta versión es la única en la que aparece una mujer

“Quiso Dios que… el moro que hasta ese momento hacía guardia, se fuera a dormir y encomendara la vigía a su hija. La cual, como moza, era poco cuidadosa de tal cuidado, se asomó al balcón y se adormeció”.

A tomada de Évora por Geraldo Sem Pavor, imaginada por Roque Gameiro, publicada em 1899 em História de Portugal, Popular e Ilustrada. Wikimedia Commons.

Y en la que se añade otro tema que se repetirá en diversos textos: se cortan las cabezas de los vigías y se muestran a los que van detrás, como señal de victoria, en lugar del grito de otras versiones. Giraldo les corta la cabeza a la hija y a su padre, tal y como aparece en el escudo de la ciudad de Évora.

Bajorrelieve en el claustro de la Catedral de Évora. Wikimedia Commons.

Escudo de la ciudad de Évora. Wikimedia Commons.

Dejando aparte la interesante leyenda portuguesa de Giraldo, en la mayor parte de las versiones cristianas el personaje principal suele ser —al igual que Giraldo— un fronterizo, conocedor del mundo musulmán y del cristiano, por lo que le es fácil engañar a los vigías musulmanes por su apariencia o conocimiento del árabe. Este cuidado en “hacerse pasar por el Otro” resulta un tanto curioso ya que, por muy árabes que parecieran, lo sospechoso sería verles aparecer de noche, escalando la muralla y, por otro lado, era muchas veces un esfuerzo innecesario porque los centinelas tienden a estar dormidos en casi todas las versiones. Que suban “los mejor arabigados… e vayan vestidos como moros” para que no los reconozcan y piensen que son moros como ellos —dice la Primera Crónica General y otras obras relacionadas.

A pesar de lo poco verosímil de la estrategia, encontramos este método con distintas variantes en la conquista de Santarem (1147) y Évora (1165) en el ámbito portugués, o la de Córdoba (1236) y la fortaleza de Alhama de Granada (1482) en el castellano. Siempre en textos escritos con posterioridad a la crónica almohade de Ibn Sahib al-Sala.   

La toma de la Santarém por el rey portugués Alfonso Enríquez y sus hombres —posiblemente también de origen árabe, como la de Giraldo— tuvo un gran éxito literario en el contexto cronístico portugués y, por ello, está recogida en dos versiones, tanto latinas como romances y con dos protagonistas distintos. Los investigadores no se ponen de acuerdo, ya que algunos lo tildan de relato épico y otros piensan que, debido a su realismo, tuvo que ser redactado por un testigo de la conquista.

Tomada de Santarém – História de Portugal, popular e ilustrada, M. Pinheiro Chagas. Wikimedia Commons.

Destacamos uno de los relatos, refundición de antiguas crónicas y escrito por Duarte de Galvão, historiador, cronista real y secretario del rey portugués Juan II, que murió a principios del siglo XVI.  En su obra los varios intentos de alcanzar lo alto del muro de la inexpugnable Santarem hace que los vigías acaben hasta despertándose y

“uno de ellos habló con voz ronca y durmiente, como desvelado y trasnochado, y dijo: “men hu? Que quiere decir, quién anda ahí? Respondió entonces D. Mendo en árabe (por Aravia) que era de los de la ronda, y volvía para decirle […] que bajase. El moro, en cuanto bajó, D. Mendo fue muy presto a matarlo y le cortó la cabeza y se la dejó a los de fuera… en esto, el otro vigía, cuando lo vio y se dio cuenta de que eran cristianos y no siendo entonces sobre el muro más que diez de los nuestros, llegaron los de la ronda corriendo por los gritos del vigía, y se encontraron con los cristianos…”

Terminamos este recorrido con la conquista de la escarpada Alhama el año 1482, importante hito en el avance de los cristianos por tierras granadinas. Según los cronistas de los Reyes Católicos — Hernando del Pulgar, Alonso de Palencia y Diego de Valera— se acercó a Alhama una tropa de varios miles de jinetes a las órdenes de Rodrigo Ponce de León. Así lo recrea Washintong Irving en su Crónica de la conquista de Granada:

“Llegaron muy cerca de la población, unas dos horas antes de que despuntara la aurora… Este valeroso cuerpo se hallaba constituido por escogidos guerreros… Iban dirigidos por Ortega de Prado a la cabeza de treinta hombres con escalas de mano, quienes treparon en silencio por la cuesta y llegaron bajo la oscura sombra de las torres del castillo sin ser descubiertos. No se veía ninguna luz ni se oía el menor ruido, pues, todos, estaban sumidos en un profundo sueño. Entonces sujetaron sus escalas al muro y comenzaron a subir cautelosamente… Ortega de Prado fue el primero que cabalgó sobre las almenas, … avanzaron con muchas precauciones … y cayeron por sorpresa sobre el desprevenido centinela”.

Sillería del coro de la Catedral de Toledo. Toma de Alhama. (Granada). Siglo XV. Obra de Alemán Rodrigo. APAG/ Colección de Fotografias/ F-13399.

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A modo de conclusión diremos que historiadores y cronistas, de distintas épocas, espacios y contextos culturales, se sirven de los mismos, o muy similares, temas y tópicos, atractivos por su vitalidad y teatralidad. Los detalles y pormenores que transmiten llevan a pensar que fueron testigos oculares o, incluso, participantes en el suceso bélico. No obstante, su interés por la transmisión textual —mezcla de historia y literatura— era mucho mayor que su afán por reproducir la realidad.

Por otro lado, es importante considerar en su conjunto las crónicas árabo-musulmanas y latino-cristianas de la Península Ibérica, porque en los espacios y tiempos de fructíferas relaciones, los héroes de uno y otro lado compartieron estrategias, engaños, diálogos y conquistas, aunque con distintos nombres y escenarios.


Fuentes citadas:

  • De Resende, André, Historia da antiguidade da cidade de Evora, 2010, cap. XIII.
  • Duarte de Galvão, Chronica do Muito Alto e Muito Esclarecido Príncipe D. Afonso Henriques, Primeiro Rey de Portugal, Lisboa: 1726, edición facsímil, cap. XXVII.
  • Ibn al-Athir, Al-Kamil fi l-tarij, tomo II, Beirut: 1978, pp. 294-295.
  • Ibn al-Hakam, Futuh Misr, ed. Abd al-Munim Amir, El Cairo: I, pp. 94-95.  
  • Ibn Sahib al-Sala, Al-Mann bi-l-Imama, estudio preliminar, traducción e índices por A. Huici Miranda, Valencia: 1969, pp. 5-6.
  • Anónimo, Ajbar Maymua (Colección de Tradiciones). Crónica anónima del s. XI, E. Lafuente Alcántara (ed.), Madrid: 1984, p. 24.
  • Primera Crónica General: Estoria de España que mandó componer Alfonso El Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289, Biblioteca General de Castilla y León, [En línea], http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=16550, pp. 729-730.

Para ampliar:

  • Blasco Ibánez, V., Las mil noches y una noche, Barcelona: Ahr, 1965, I, pp. 1221-1222.
  • Funes, L., “Elementos para una poética del relato histórico” en Poétique de la Chronique. L’écriture des textes historiographiques au Moyen Âge (péninsule Ibérique, France). Actes du colloque de Toulouse, 20-21 avril 2006, (ed.) A. Arizaleta, Col. Méridiennes, Toulouse, 2008, pp. 241-274.
  • García Sanjuan, A., La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado, Madrid: Marcial Pons Historia, 2013.
  • Hernández Juberías, J., La Península imaginaria. Mitos y leyendas sobre al-Andalus, Madrid, CSIC, 1996.
  • W. Irving, Crónica de la conquista de Granada, trad., prólogo y notas de L. Báez Díaz, Edición Miguel Sánchez, Granada, 2003, p. 33.
  • Kennedy, H., Las grandes conquistas árabes, Barcelona: Crítica, 2009.
  • Lapiedra, E., “El ardid de la escala nocturna y el engaño a los vigías: posible origen almohade de un pasaje de la toma de Santarém y de la leyenda de Giraldo sem Pavor”, Hesperia, Culturas del Mediterráneo, 16, año VII, vol. I, 2012, pp. 69-100.
  • Lapiedra, E., “La escalada a las murallas como método de conquista entre la historia y la leyenda. De Damasco a Alhama de Granada”, Mirabilia, Med/Trans, 2018, pp. 28-52.
  • Maalouf, A., Las Cruzadas vistas por los árabes, Madrid: Alianza Editorial, 1989, p. 173.[H.A.R. Gibb, La crónica de Damasco de las Cruzadas. Extraído y traducido de la Crónica de Ibn al-Qalanisi, 2002].
  • Porrinas González, D., “Geraldo Sempavor, el Cid portugués”, https://www.despertaferro-ediciones.com/2020/geraldo-sempavor-el-cid-portugues/, 25 abril, 2020.
  • Weber, E., “La ville de cuivre, une ville d´al-Andalus”, Sharq al-Andalus. Estudios Árabes, nº 6, 1989, 60. [En línea] http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/17882/1/Sharq%20Al-Andalus_06_04.pdf.