El textil en al-Andalus: de la revolución verde a la producción doméstica

Al-Andalus era una economía compleja que articulaba distintos mercados y formas de producción textil, integrando desde los talleres domésticos a los estatales. La manufactura textil abastecía la vestimenta diaria de las familias, en sus diferentes clases sociales, y también proveía materiales esenciales para el mobiliario doméstico y otros sectores productivos. La producción textil se revela así como un sector indispensable para la economía de andalusí


José María Moreno-Narganes
Universidad de Alicante


Franja del Pirineo. Tejido de seda y oro (s. X), Califato de Córdoba. Instituto Valencia de Don Juan

El estudio de los textiles en al-Andalus tradicionalmente había sido entendido en exclusiva desde la perspectiva del tejido terminado, debido a que por lo general se han conservado paños de alta calidad en contextos no desprovistos de lujo. Aun así, estos materiales han generado una base de conocimiento amplia, pero irregular. Ello está también relacionado con las referencias en las fuentes escritas al ṭirāz —taller estatal de elaboración de tejidos— o a las producciones de tejidos que los autores árabes mencionan en sus crónicas y que hicieron que el historiador M. Lombard hablara de la “Civilisation du textile” (1978).

Existen, sin embargo, muchos otros datos sobre los textiles de al-Andalus, que provienen de manuales de ordenamiento urbano (ḥisba), libros de botánica y, especialmente, de la abundante evidencia arqueológica relacionada con la producción textil. Estos datos permiten una nueva mirada, más centrada en las herramientas de trabajo y en su lugar de uso. Ello posibilita conocer los significativos cambios político-sociales que tuvieron lugar en la Península Ibérica, particularmente durante el desarrollo del Estado Omeya, y que tuvieron reflejo en las transformaciones técnicas y tecnológicas vinculadas a la producción de hilo y tejido a partir del 711. De este modo, se puede conectar esta realidad con las grandes “revoluciones” que tuvieron lugar y transformaron el Mediterráneo en su conjunto durante esta época.

Son muchas las preguntas que surgen a partir de los numerosos datos dispersos que jalonan la historia de los tejidos andalusíes. ¿Qué materias primas se utilizaban? ¿Cómo se hilaba y con qué instrumentos? ¿Qué tipos de telares funcionaban? ¿Existía una homogeneidad en las técnicas, o cada territorio seguía sus propias tradiciones y condicionantes previos? ¿Dónde se realizaba el trabajo textil? Todas estas incertidumbres se ciernen, además, sobre una realidad tan cambiante como la de al-Andalus, interconectada y con su propia historia política y económica.

Al-Andalus era una economía compleja que compartimentaba y relacionaba diferentes formas de producción textil, en la que se entrelazaban distintas escalas comerciales y productivas en función del tipo de consumo. Recientemente, C. Wickham, en The Donkey and the Boat (2023: 414 y ss.), ha señalado la necesidad de ir más allá del estudio del comercio de las élites, profundizando en el comercio mayoritario y diverso, el propio de las familias campesinas o de las clases trabajadoras urbanas, que constituirían la base del desarrollo económico peninsular si consideramos su volumen, variedad y contribución fiscal. En este sentido, es fundamental destacar la importancia de la producción textil, no solo para la vestimenta diaria de las familias, sino también para una parte significativa del mobiliario doméstico y de otros utensilios de trabajo. Estas premisas de estudio, que han generado múltiples preguntas y dilemas históricos, fueron las que fundamentaron la investigación de mi reciente tesis doctoral: Trabajando en casa: actividades de hilado y tejido en el espacio doméstico de al-Andalus (ss. IX-XIII).

Dentro de la diversidad de enfoques para abordar estas cuestiones, el primer paso sería preguntarse qué tipo de producción textil se está analizando y para quién estaba destinada. No debe entenderse de la misma manera el tejido producido en el ṭirāz, que formaba parte de un sistema de representación política financiado a través de la recaudación fiscal (Calendario de Córdoba, Dozy, 1961: 90 y 132) y organizado mediante funcionarios (trabajo asalariado), que la producción doméstica, donde la fuerza de trabajo y la propiedad de los medios de producción convergían en un espacio social propio como era el hogar. Sobre los talleres de ṭirāz, han aparecido recientemente estudios (López Martínez de Marigorta, 2023: 21-49), que demuestran su organización ligada al poder y llevan a reflexionar sobre su mercado y dimensión. Sin embargo, como es evidente, aún se nos escapan muchas formas de organizar la producción y las redes de consumo, más allá del binomio planteado entre ṭirāz y espacio doméstico.

El Calendario de Córdoba nos habla de que la seda y otras materias eran recaudadas fiscalmente para esos talleres, lo que es importante, pues explica la interconexión que existía entre las distintas escalas productivas. El acceso a las materias primas, ya fuera a través de la agricultura (algodón, lino, cáñamo o esparto) o de la ganadería (lana o seda), se presenta, pues, como uno de los principales condicionantes de la producción textil, que no se puede estudiar de manera aislada, sino como la suma de los medios técnicos y del territorio político o explotado por una sociedad determinada. Sin embargo, el proceso textil, a menudo simplificado en sus fases de hilado y tejido, es difícil de documentar, debido a la falta de documentación detallada. Por fortuna, sin embargo, contamos con los importantes datos que está proporcionando la arqueología, tal y como veremos a continuación.

Las hilanderas de al-Andalus

Hasta el momento, los estudios sobre el periodo emiral omeya siguen siendo escasos para conocer las técnicas de hilado a partir del siglo VIII. Si pensamos en las herramientas necesarias, realmente se puede hilar solo con las manos (“entorchar”), pero también puede usarse el huso y la fusayola, es decir, un eje con un contrapeso que permite su rotación para un hilo de mejor calidad. Los datos, aunque parciales, esbozan para el periodo emiral temprano una cierta desestructuración en las formas de trabajo, con una mayor descentralización productiva. Existe una gran heterogeneidad en el uso de herramientas como los volantes, que a menudo eran piezas reutilizadas de cerámica o fabricados a partir de huesos poco elaborados.

A partir del siglo X, en consonancia con las transformaciones que trajo el califato omeya, se extienden series cerámicas más estandarizadas y se observa una mayor uniformidad en la forma de construir y habitar las casas a lo largo de todo el territorio, cristalizando un proceso de homogeneización social y política. Este desarrollo también afectó al mercado, que, en términos de producción y consumo, experimentó una expansión bajo una dinámica de control centralizado. Esta situación refleja lo que se ha descrito como “el crecimiento urbano y la consolidación del medio artesano-mercantil” (López de Martínez de Marigorta, 2020: 361 y ss.).

Como resultado, en muy poco tiempo, hacia los siglos X y XI, encontramos el mismo tipo de fusayola distribuido por gran parte de al-Andalus, con ejemplos estudiados en Zaragoza, Toledo, Córdoba, Jaén e incluso en contextos más aislados como la Alpujarra alta (Figura 1). Detrás de esta producción estaban las mujeres, de diferentes edades, que actuaban como productoras tanto para sus familias como asalariadas para clases más adineradas. Su papel fue tan significativo que las fuentes escritas, como tratados de ḥisba, crónicas y fatwas, mencionan con frecuencia este tipo de actividad (Moreno-Narganes, 2021).

Figura 1. Mapa de hallazgos del mismo tipo de fusayola para hilar (Moreno-Narganes, 2023: 90. Fig. 1).

Esta situación debe justificarse por una transformación completa en las formas de producción y en la interconexión que surge a partir del siglo X, con la expansión de sectores productivos que son reconocidos en los tratados urbanos. En este contexto, se extiende el uso de fusayolas de cerámica, realizadas a molde, con decoración similar y un peso estandarizado, lo que sugiere que su producción se hacía en serie para satisfacer una demanda que justificaba su mayor calidad (Figura 2). Esta homogeneización optimizaba el trabajo, permitiendo extraer un hilo más regular y estandarizado, y también producía un hilo normativo, acorde con las exigencias del mercado y el consumo. La mayor parte de estas herramientas se ha encontrado en el interior de las casas, distribuidas entre sus diferentes estancias, lo que permite rastrear simultáneamente transformaciones similares en diferentes puntos geográficos dentro del ámbito doméstico. Esto también conecta la producción doméstica con las innovaciones que fomentaron y mejoraron la producción de hilo (Moreno-Narganes, 2023).

Una situación similar se produjo a partir del siglo XII, cuando las fusayolas de cerámica comenzaron a ser reemplazadas, en su forma predominante, por fusayolas más pequeñas y ligeras hechas de hueso. No se trata de un proceso de sustitución completo, sino de una convivencia entre ambas, ya que cada tipo de fusayola, con su forma y peso, se utilizaba para fines específicos según su propósito posterior (Moreno-Narganes, 2024). El uso de volantes más ligeros puede estar relacionado con la búsqueda de un hilo más fino para tejidos más elaborados y de mayor calidad. Además, esta tendencia permitía una mayor rentabilidad del trabajo, dado que cuanto más ligera es la fusayola, más fino es el hilo y mayor la cantidad de hilo que puede extraerse de la misma cantidad de materia prima (Mårtensson et al., 2006).

Figura 2. Fusayolas de cerámica a molde de yacimientos de los ss. X-XI (Moreno-Narganes, 2023: 91. Fig. 2).

También debe considerarse la aparición de nuevas materias primas, como el algodón, y el desarrollo de un mercado que demandaba hilos más finos, ya fuera de lana o lino. Esto refleja una acumulación de conocimientos y habilidades por parte de las hilanderas que trabajaban en sus hogares para producir hilo con fines comerciales, ajustándose a las transformaciones técnicas y demandas del mercado local y regional. A su vez, este conocimiento acumulado podría haber contribuido a la aparición de innovaciones que mejoraron el trabajo, permitiendo hilar con herramientas cada vez más ligeras. Paralelamente al cambio en las fusayolas, surgieron nuevos utensilios que facilitaron el proceso de hilado, como las puntas de huso de aleación de cobre y elementos de rueca fabricados con hueso trabajado. Estos útiles experimentaron una clara expansión a partir del siglo X, evidenciando la rentabilidad del trabajo de hilado, que permitía o fomentaba la inversión en herramientas más sofisticadas, conectadas con la producción metalúrgica especializada o el uso del hueso trabajado.

Tejiendo: de lo rural a lo urbano

Si bien las formas de hilado se determinan por el uso combinado de huso y fusayola, con el uso accesorio de la rueca para facilitar el proceso, el tejido muestra cambios significativos que van más allá de la composición del material. Si nos preguntamos cómo se tejía antes de la conquista omeya, la arqueología no ofrece demasiadas respuestas concluyentes. Las fuentes textuales, en particular Las Etimologías de Isidoro de Sevilla, mencionan la existencia del telar vertical de marco en la Península Ibérica. Este tipo de telar parece haber sustituido, a partir del siglo II d.C., al telar vertical de pesas en el Mediterráneo occidental y probablemente fue hegemónico hasta los siglos X-XI en el contexto andalusí. El telar de marco (Fig. 3), que funcionaba con dos tensores enfrentados, se difundió ampliamente por otros territorios europeos y mediterráneos, donde su uso perduró prácticamente hasta el siglo XX, con variaciones según la región.

Figura 3. Telar de marco – alto lizo (© Archives de la Planète – Collection Albert Kahn httpsopendata.hauts-de-seine.frpagelicence-adlp).

De forma similar a lo que ocurre con el hilado, es difícil identificar una transformación evidente en las técnicas de tejido hasta bien entrado el siglo X, cuando se consolidan los cambios que debían venir gestándose. Diferentes excavaciones a lo largo del territorio peninsular evidencian la llegada de un nuevo tipo de telar: el telar horizontal de pedales (Figura 4), también conocido como telar de bajo lizo. Este cambio queda reflejado por el hallazgo de templenes —artefactos en hierro o aleación de cobre para mantener la distancia de orillos y contratensar el tejido—, que por su composición es el indicador arqueológico más representativo de este tipo de telar —y que aparecen ya en una diversidad de contextos urbanos y rurales a partir del siglo IX—.

Figura 4. Derecha. Telar horizontal de pedales – bajo lizo (Moreno-Narganes, 2019: 106. Fig.4).

En este sentido, desde el siglo X, se han encontrado estos telares en numerosos yacimientos arqueológicos (Moreno-Narganes, 2019; 2024), tanto en ciudades como Córdoba o Vascos (Toledo), como en alquerías tales como Ares del Maestrat (Castellón), El Quemao (Teruel) o Marmuyas (Málaga). La presencia de estos telares en contraste con el declive de los telares anteriores, que continuarían existiendo, pone de relieve la importancia de la transformación técnica que tuvo lugar en al-Andalus. Al igual que con el hilado, esta evolución es rastreable principalmente en el espacio doméstico. Este nuevo telar introdujo prácticas de trabajo más rápidas y ergonómicas, lo que permitió acelerar el proceso de tejido utilizando los mismos puntos que el telar vertical, pero aumentando la velocidad de producción entre tres y cinco veces. Esto redujo el tiempo invertido y aumentó significativamente la cantidad de piezas producidas. Además, este telar de 2 a 4 pedales puede considerarse un precursor del telar de tiro, indispensable para los célebres tejidos almorávides de Almería. Otro dato relevante es que estos telares, en los siglos X-XI, presentan características similares tanto en contextos urbanos como rurales, lo que denota la completa expansión de esta técnica en todo el territorio.

La necesidad de estudiar a las clases productoras

Si queremos comprender el crecimiento económico de al-Andalus y los fundamentos que permitieron el desarrollo de los mercados bajo una fiscalidad sólida, es crucial poner en el centro a las clases productoras y resignificar su importancia social, política y económica. Mientras que el desarrollo de una nueva organización y estructura urbana puede interpretarse como un importante cambio material a partir del s. VIII, la homogeneización productiva del textil también debe entenderse en correlación con las formas de producción y consumo que se desarrollaron dentro de una formación social y un estado político. Estos dos factores no pueden disociarse, ya que son los mecanismos que impulsaron los cambios técnicos en consonancia con las transformaciones que también estaban ocurriendo en el Mediterráneo en la misma época.

En este sentido, las referencias a la producción textil en los tratados de ḥisba, que describen oficios especializados en expansión desde el siglo X, denotan el creciente interés económico que adquirieron estas industrias. Además, como evidencian las obras jurídicas (Lagardère, 1993), estas actividades estaban fuertemente gravadas fiscalmente, con una carga impositiva que se desarrolló notablemente a partir del siglo XI. Esta extracción fiscal se producía sobre una base de producción textil doméstica, descentralizada entre diferentes poblaciones, pero muy interconectada. La relación entre agricultura, ganadería, hilado y tejido abastecía principalmente el consumo local y regional de cada comunidad. Frente a las referencias a tejidos de alto valor añadido como los lampás, taqueté, sedas y tejidos troquelados, la mayoría de la población se abastecía localmente con productos producidos por sus vecinas y vecinos de la medina, el arrabal o la alquería, utilizando principalmente lana, lino o algodón.

Sobre estos trabajos hace referencia Wickham (2023: 664), destacando que constituyeron la verdadera revolución de al-Andalus en un sector productivo que se suma a los ya conocidos: la agricultura, la ganadería, el vidrio, la cerámica, el urbanismo y la metalurgia. Estas producciones locales, que llenaban los mercados y estaban sujetas a control e impuestos, fueron las que permitieron el desarrollo del estado y el mantenimiento de sus estructuras fácticas, como palacios, ejércitos y fortalezas.


Para ampliar:

  • Dozy, R. Le Calendrier de Cordoue. Nouvelle Édition. Accompagnée d’une traduction française annotée par Ch. Pellat. Leiden : E.J. Brill, 1961.
  • Lagardère, V. Campagnes et paysans d’Al-Andalus VIIIe-XVe. París: Maisonneuve et Larose, 1993.
  • Lombard, M., Les textiles dans le monde Musulman du VIIe au XII  siècle, vol. III, París, École des Hautes Études en Sciences Sociale, 1978.
  • López Martínez de Marigorta, E. Mercaderes, artesanos y ulemas. Las ciudades de la Cora de Ilbīra y Pechina en época Omeya. Jaén: Universidad de Jaén, 2020.
  • López Martínez de Marigorta, E. “El ṭirāz omeya de al-Andalus. De la jerarquización social, la centralización y a la hegemonía estatal a la diversificación, a la especialización regional y el dominio del mercado”. En A. Fábregas y A. García Porras (eds.), Artesanía e industria en al-Andalus: actividades, espacios y organización. Granada: Comares, 2023, 21-45.
  • Mårtensson, L. E. Andersson, M-L. Nosch y A. Batzer. Technical report. Experimental ar- chaeology Part 1, 2005-2006. Tools and textiles- texts and contexts Research Program. Co- penhagen: The Danish National Research Foundation’s-Centre for Textile Research (CTR), 2006.
  • Moreno-Narganes, J.M. Trabajando en casa: actividades de hilado y tejido en el espacio doméstico de al-Andalus. Tesis doctoral. Alicante: Universidad de Alicante, 2024.
  • Moreno-Narganes, J. M. “Sobre economía, impuestos y producción: El taller doméstico en al-Andalus: una propuesta desde la arqueología de la producción textil (ss. IX-XI)”. En A. Fábregas García y A. García Porras (coords.), Artesanía e industria en al-Andalus: actividades, espacios y organización. Granada: Comares, 2023, 51-72.
  • Moreno-Narganes, J. M. “Tejiendo en casa: actividades textiles y espacios domésticos en al-Andalus (ss. XII-XIII)”. En A. Clarinda Cardoso, A. Mariani, L. Ferreira, P. Monteiro y R. F. Teixeira da Conceiçao (coords.), Incipit 9. Workshop de Estudos Medievais da Universidade do Porto, 2020. Oporto: Universidad do Porto, 2021, 29-44.
  • Moreno-Narganes, J. M. “El telar horizontal y la casa. Entre al-Andalus (ss. XII-XIII) y el presente”, Arkeogazte, 9 (2019), 101-119.
  • Wickham, Ch. The donkey & The Boat. Reinterpreting the Mediterranean Economy, 950- 1180. Oxford: Oxford University Press, 2023.