Los Libros Plúmbeos del Sacromonte

El mensaje que traían los Libros Plúmbeos a los moriscos era de doble naturaleza: pretendían convencerles de que, en medio de su represión, podían aceptar el cristianismo en público y participar en sus ritos, al tiempo que se mantenían firmes y conservaban la esperanza de una victoria escatológica del islam. El mensaje que traían para los cristianos era que esta minoría arabófona tenía una genealogía paleocristiana y merecía ser reconocida y tolerada


Gerard Wiegers
Universidad de Ámsterdam


Vista de Granada. Grabado de Frans Hogenberg (siglo XVI). Gallica.

Introducción

Los Libros Plúmbeos del Sacromonte y el Pergamino de la Torre Turpiana representan un rico tesoro que ha suscitado mucho debate en Europa a lo largo de los años. Para la interpretación de estos textos difíciles, las autoridades religiosas en Granada buscaron eruditos y estudiosos de árabe de muchos lugares, desde España —empezando con los moriscos granadinos Miguel de Luna (1552-1615) y Alonso del Castillo (1525-1607)— hasta Oriente Medio y el norte de Europa.

El libro The Lead Books of the Sacromonte and the Parchment of the Torre Turpiana: Granada, 1588-1606, en el que esos textos han sido editados y traducidos por Pieter Sjoerd van Koningsveld (catedrático emérito de Estudios Islámicos, Universidad de Leiden) y Gerard Wiegers (catedrático de las Ciencias de las Religiones, Universidad de Ámsterdam), es el primer estudio, con edición crítica y traducción (y en acceso libre), de todas las láminas de plomo originales encontradas en las cuevas del monte Valparaíso, y del pergamino de la Torre Turpiana, estructura situada en el corazón de Granada y supuestamente un resto de la antigua Mezquita Mayor.

El Pergamino se encontró dentro de una caja de plomo al derribar la parte superior de la Torre en 1588, para construir la nueva catedral que se levantó en el mismo lugar y que aún lo ocupa. Los Libros Plúmbeos aparecieron entre 1595 y 1599 en la colina que se llamaba Valparaíso, luego denominada el Sacromonte. Los últimos tres libros encontrados (los números 20 a 22) quedaron en manos de un granadino desconocido que acabó cediéndolos al secretario del rey Felipe III en 1606.

Los veintidós libros varían en extensión, desde unas pocas láminas a tomos más extensos, algunos hasta divididos en dos partes. Dos de ellos (LP 5 y 9) son copias del mismo texto con ligeras diferencias, que presentamos como texto único con sus variantes (la relación de los libros está recogida en un Apéndice al final).

Recreación de la Torre Turpiana. Grabado de Francisco Heylan (1584-1650) en Vindicias catholicas granatenses: relacion breue de las reliquias que se hallaron en la ciudad de Granada (1706).

Mi propósito hoy es presentar los principales resultados de nuestra investigación de los libros plúmbeos originales y de los ricos materiales de archivo asociados con ellos. Por desgracia, mi co-autor Pieter Sjoerd van Koningsveld falleció el 28 de julio de 2021. Ahora es un recuerdo feliz para mí el que presentáramos juntos nuestras conclusiones preliminares en Granada en 2019 [1].

¿Por qué estudiar los Libros Plúmbeos y el Pergamino juntos?

Según hemos demostrado, existía una relación estrecha entre el contenido del Pergamino y el de los Libros Plúmbeos. Mantenemos que todos los documentos juntos representan dos fases de un intento por uno o más autores anónimos de dar voz a un mensaje islámico, profético y escatológico en curso de desarrollo, del que luego daré más detalles. Los documentos se pueden fechar entre la segunda rebelión de los moriscos granadinos, la de las Alpujarras, y el final del siglo XVI o comienzos del siglo XVII. Sus autores eran criptomusulmanes cuya existencia religiosa, social y política estaba amenazada por la represión y una posible expulsión de España. Más adelante daré más datos sobre su autoría.

La importancia de una edición crítica y una traducción científica

Antes de abordar los mensajes religiosos de los Libros Plúmbeos, hablaré brevemente de su descubrimiento y el del Pergamino. Es muy probable que sus autores buscaran atraer la atención de las autoridades religiosas cristianas. El Pergamino, descubierto por obreros en la Torre Turpiana en 1588, estaba escrito en castellano y árabe, y venía acompañado de reliquias: un hueso de San Esteban y un velo que habría pertenecido a la Virgen María. El pergamino llevaba la firma en árabe de Cecilio, quien, según la leyenda de los «siete varones», fue el primer arzobispo de Illíberis. Antes del descubrimiento de los dos primeros Libros Plúmbeos en 1595, habían aparecido unas placas en latín que conmemoraban a los mártires muertos en el Monte Valparaíso y los títulos de los dos primeros libros descubiertos estaban en las dos lenguas, latín y árabe.

Recreación del descubrimiento de los plomos del Sacromonte. Grabado de Francisco Heylan (1584-1650) en Vindicias catholicas granatenses: relacion breue de las reliquias que se hallaron en la ciudad de Granada (1706).

En ambos casos, los entonces obispos, Juan Méndez de Salvatierra para el Pergamino (pues antes de su muerte en 1588 inició el primer intento de su interpretación) y Pedro de Castro para los Libros Plúmbeos, llamaron a intérpretes de árabe. Todos los que participaron produjeron traducciones interpretativas en las que dominaba la convicción de que estos documentos eran auténticamente cristianos primitivos. Esta línea de traducciones continuó después de la muerte de Pedro de Castro el 20 de diciembre de 1623, sobre todo en el caso de la traducción española de casi todos los Libros hecha bajo la supervisión del tercer marqués de Estepa, Adán Centurión (1582-1658). Estepa fue un apasionado defensor de su carácter auténtico cristiano. Pero entre los que manejaron los Libros Plúmbeos y el Pergamino hubo también disidentes, entre ellos el erudito de la Biblia Benito Arias Montano (1527-1598) y el cristiano oriental Marcos Dobelio (c. 1572-1654).

Como hacemos constar en nuestra edición, los traductores que trabajaron para Estepa no empezaron desde cero: pudieron aprovechar los plomos originales con sus transcripciones existentes, y tal vez consultaron las primeras traducciones también. La traducción española patrocinada por Estepa fue la base de la edición publicada por Miguel José Hagerty en 1980, y vuelta a editar por él con ligeros cambios entre 1998 y 2007 [2]. En los siglos XVI y XVII sólo un reducido círculo conocía los textos árabes originales.

Eruditos escogidos por el Vaticano cotejaron todas las transcripciones árabes, y se produjo una traducción al latín. El comité asesor del Vaticano percibió claramente el contenido islámico de los textos; entre sus miembros figuraban eruditos muy conocidos como Athanasius Kircher (1602-1680) y Ludovico Marracci (1612-1700), experto en el Corán. Se acabó la interpretación «cristianizante» cuando el papa condenó los contenidos del Pergamino y los Libros Plúmbeos en 1682.

En nuestra época, Miguel José Hagerty (1955-2019) y Philippe Roisse publicaron ediciones de algunos de los textos árabes, pero pudieron basarse únicamente en las transcripciones contemporáneas, no en los originales en árabe [3]. Hasta la publicación de nuestro libro no había aparecido ninguna edición crítica ni una traducción científica.

Gracias al visto bueno del arzobispo de Granada, hemos sido los primeros investigadores que han podido consultar las láminas de plomo originales desde que el Vaticano los devolvió a España en el año 2000.

¿Cuáles son los conceptos principales, y cómo se desarrollaron?

Debo explicar primero que analizamos los libros en el orden en que se encontraron, lo que nos ha permitido percibir diferencias y semejanzas entre ellos a la luz de un proceso que se habrá desarrollado entre 1588 y 1599, empezando con el Pergamino. Pero la narración que contienen empieza de hecho con los Libros Plúmbeos, y con ellos iniciaré mi relato.

Comienzan los Libros Plúmbeos con la historia de cómo dos hermanos árabes se convirtieron después de conocer a Jesús; se hicieron sus discípulos y luego secretarios de Jacobo y anotadores de los textos, que contenían elementos doctrinales, rituales, éticos y narrativos sobre Jesús, María y el mismo Jacobo. María juega un papel importante en los Libros Plúmbeos. Los relatos sobre ella culminan en su ascensión espiritual a los cielos y la revelación de un libro sagrado, La Esencia del Evangelio (LP17) en el Monte de Olivos. El Libro de las Cualidades Sobresalientes de Jesús y María (LP7) se basa en el testimonio ocular del apóstol Jacobo, quien difunde el mensaje durante dos viajes misioneros: el primero a España, seguido de un retorno a Jerusalén y Samaria, y luego otro segundo a España (LP 20-22). A Jacobo, el principal promotor del mensaje religioso, le acompañaban Cecilio ibn al-Riḍā, Tisʿūn ibn ʿAṭṭār y otros discípulos. La esencia del mensaje es un monoteísmo inclusivo inspirado en Jesús, plasmado en el testimonio de la fe:   لا اله الا الله يصوع روح الله , «No hay Dios sino Dios, Jesús es el Espíritu de Dios», y «todos los libros (revelados) son la verdad». Hacen referencia implícitamente al concepto místico de al-Ḥaqīqa al-Muḥammadiyya. Este concepto encuentra sus orígenes en la extendida filosofía mística de la unidad y unicidad de las religiones [4]. Pero también la Virgen María, además de transmitir muchas historias sobre Jesús, aparece como una profetisa que realiza un viaje espiritual a los Cielos. 

Recreación del descubrimiento de reliquias en el Sacromonte. Grabado de Francisco Heylan (1584-1650) en Vindicias catholicas granatenses: relacion breue de las reliquias que se hallaron en la ciudad de Granada (1706)

El núcleo del mensaje del Pergamino y los Libros Plúmbeos es que, aunque los verdaderos creyentes monoteístas promulgadores de la fe han de sufrir bajo la represión de politeístas e infieles, serán redimidos al final de los tiempos: se aceptará su mensaje y la religión «se hará una». Los autores criptomusulmanes pusieron ese mensaje en boca de Jesús, María y Pedro, además de la de Jacobo y sus discípulos, entre ellos los dos hermanos árabes Cecilio ibn al-Riḍā, o, en los textos latinos, Cecilius, y Tisʿūn ibn ʿAṭṭār o, en los textos latinos, Tesifón.

Los hermanos acompañaron a Jacobo en sus dos misiones a España, donde en el segundo viaje el apóstol sufrió martirio. Habían llevado consigo libros que contenían el mensaje y que luego ocultaron. Anticipando su propio martirio, depositaron junto a los libros un pergamino que contenía una profecía cifrada sobre el final de los tiempos, supuestamente escrita por Juan Evangelista, el hermano menor de Jacobo. Los Libros Plúmbeos, escritos en árabe, contienen pasajes en una letra críptica que ha resultado imposible de descifrar; concluimos que tenía una función mágica. Es el caso especialmente de la Esencia del Evangelio. Los libros prometen que estos secretos serán revelados al final de los tiempos por un árabe, descendiente de los árabes que llevaron el mensaje original a España —es decir, un morisco—. Así, los Libros Plúmbeos señalan a los moriscos como herederos de la verdadera religión en la Península Ibérica.

Los textos sugieren que esta primitiva comunidad también albergaba creencias trinitarias y mencionan varias opiniones sobre la crucifixión: el texto principal, el Libro de las Cualidades Sobresalientes de Jesús y María (LP7), sugiere que Jesús no fue crucificado sino que lo fue otro en su lugar, en conformidad con creencias islámicas.

Las descripciones del final de los tiempos y de los sufrimientos que lo acompañarán establecen claramente que se habla de la época de los moriscos. Ellos son los portadores del verdadero monoteísmo, y descienden en línea directa de los cristianos árabes cuyas vidas se narran en los Libros Plúmbeos. En términos islámicos, se les denomina los gurabāʾ, «extraños»  o «extranjeros», y los plomos citan una Tradición profética (hadiz), que dice que «el Islam comenzó como extranjero y acabará extranjero también al final de los tiempos». Aquí el mensaje se enmarca de forma algo diferente, y se evita el término «Islam», usando «religión» (ár. dīn), pero el significado es igual. En los Libros Plúmbeos se encuentran muchas citas del Corán y la Tradición Profética.


Dentro de la narración, el pergamino señala el comienzo del fin de los portadores de este mensaje. Una de las placas conmemorativas asociadas con los Libros Plúmbeos nombra la Torre Turpiana como el lugar donde este grupo de fieles escondió un tesoro cuando anticipaban su fin. Pero en la realidad histórica, creemos que fue el primer documento creado. Más tarde, los autores cambiaron algunos aspectos de lo ya escrito, sobre todo al darse cuenta de que se habían equivocado: por ejemplo, el pergamino en una ocasión llama a Jesús por su nombre islámico, ʿĪsā, mientras que los Libros Plúmbeos usan exclusivamente su nombre cristiano árabe, Yaṣūʿ. Está claro que los autores aprendieron de sus errores. Pero el Pergamino y los Libros Plúmbeos tienen en común una terminología religiosa característica: por ejemplo, designan al Monte del Templo en Jerusalén con el término Ramat al-Hamal (o Monte del Descuido), expresión con una polémica connotación antijudía [5]. En este contexto simboliza que Dios ha rechazado a los judíos y ha elegido a los árabomusulmanes. Volveremos a este aspecto más adelante.

También hay que resaltar la cuestión de la lengua: los autores emplearon, suponemos que a propósito, el dialecto árabe andalusí. Creerían que este dialecto, el que ellos mismos hablaban, habría sido el de los cristianos árabes en España, según se expresa en el Pergamino cuando Cecilio ibn al-Riḍā relata la profecía de Juan:

«La he traducido a la lengua española hablada, y he compuesto sobre ella un comentario que incluye la antedicha adivinanza en la lengua árabe que se usa en la Península de España y sus cercanías al oeste, para los cristianos mozárabes».

Como otros eruditos ya habían mantenido (sobre todo Leonard Patrick Harvey, quien publicó extensamente sobre los Libros Plúmbeos), esto indica que los Libros figuran entre los últimos textos escritos en árabe andalusí [6].

El significado islámico de la geografía en los Libros Plúmbeos

La dinámica entre el Monte del Templo en Jerusalén y el Monte Sacro en Granada juega un papel esencial en los Libros Plúmbeos. En Jerusalén vivió y murió Jesús, y en esa ciudad se reveló a María la Esencia del Evangelio. Ahí también, la Esencia desapareció ante ella en el Monte de los Olivos. Jacobo llevó una copia escrita sobre plomo a España, donde la sepultó en el Monte Sacro junto con los demás Libros Plúmbeos. Toda la colección debió servir, según la narración conservada en los Libros mismos, como la documentación doctrinal y ritual en la que se fundaría la comunidad. Esta comunidad, la Iglesia, se llama en los libros la «Sagrada Mezquita». Pedro se denomina en árabe khalīfa, es decir, el vicario, al papa. Los responsables de la iglesia se llaman «gente con poder y decisión», otro ejemplo de una referencia  a la terminología islámica que se utiliza para los que escogen al califa [7]. En otras palabras, el marco conceptual de la institución se presenta con un discurso a la vez cristiano y araboislámico, lo cual le permite al lector morisco penetrar en las formas cristianas y encontrar en el corazón de ellas un mensaje islámico. Los autores quisieron demostrar su carácter seguro y fiable con el uso de los llamados «caracteres salomónicos», y colocando al inicio y al final de cada libro el Sello de Salomón, elemento que explican en más detalle en el Libro 11, Libro de la Historia del Sello de Salomón.

El Monte Sacro con sus reliquias de los mártires debía ser destino de peregrinación para los siglos de los siglos. Mantenemos que esto les permitía a los moriscos participar en esa peregrinación, imaginándose su carácter musulmán: según el Islam, en casos de persecución o peligro mortal los musulmanes pueden mantener la fe en su interior mientras practican rituales cristianos en público [8]. La profecía de los Libros Plúmbeos les promete que, al final de los tiempos, el original de la Esencia del Evangelio aparecerá en Jerusalén; en Oriente se convocará un concilio presidido por un rey no árabe, ante el cual un modesto hombre árabe explicará ese texto. Entonces también, se supone, se revelará quién es el Prometido (ár. al-munʿam); aunque no se le nombra, se le identifica de forma ambigua con términos islámicos al profeta Muhammad, mientras la Esencia del Evangelio se identifica con el Corán. Todo el mundo se convertirá a una sola religión y la religión será una. La noción de un solo Concilio y de la conversión escatológica del mundo entero a una sola Religión no es exclusiva de estos textos, sino que concuerda con ideas que circulaban en el Imperio Otomano y en Europa a partir del siglo XV.

Jacobo aparece en los Libros como el portador protomusulmán del verdadero monoteísmo, cuyos viajes diseminan la necesidad de romper con los ídolos. En Jerusalén discute con el gran rabino, encuentro que ocasiona directamente su última misión a España.

La función y el objetivo  de los Libros Plúmbeos

El mensaje que traían los Libros Plúmbeos a los moriscos era de doble naturaleza: pretendían convencerles de que, en medio de su represión, podían aceptar el cristianismo en público y participar en sus ritos, al tiempo que se mantenían firmes y conservaban la esperanza de una victoria escatológica de la verdadera fe. Indican claramente que el símbolo de esa única religión, La Esencia del Evangelio, se refiere al Corán. Así pues, los Libros proyectan el mensaje coránico hacia atrás en el tiempo, hasta el origen mismo del cristianismo, y hacia delante, hasta el momento en que se revelarán sus secretos, especialmente los pasajes en escritura mágica indescifrable en La Esencia del Evangelio (de ahí llamado «libro mudo» por los intérpretes contemporáneos), en la España morisca [9]. El mensaje del Islam se desarrolla con claridad creciente en los Libros, y los últimos de la serie hacen referencia a textos islámicos que circulaban entre los moriscos.


Al poner sus palabras en boca de cristianos primitivos, los autores concuerdan con la visión islámica del primer cristianismo que circulaba también entre mudéjares y moriscos. Se creía que los seguidores de Jesús empezaron como protomusulmanes, pero luego se desviaron de su mensaje y se dividieron en sectas. Era una creencia común en el pensamiento islámico.  En algunos textos andalusíes anteriores también encontramos un pequeño grupo de cristianos que siguieron a Jesús y, a diferencia de otros, se mantuvieron fieles a su mensaje monoteísta.

Autoría y comunidad

Miguel de Luna, médico morisco granadino y traductor del Pergamino y los Libros Plúmbeos, estuvo implicado en la trama desde su inicio. Había estudiado medicina en la Universidad de Granada. Hemos demostrado que fue el único intérprete del pergamino que conocía ciertos códigos secretos, y además conocía otras falsificaciones que defendió en público como verdaderas. Citó su famosa Verdadera Historia del Rey Don Rodrigo, publicada en 1592, como fuente auténtica para la historia de al-Andalus; en realidad era puro invento suyo [10]. Tenía un claro interés en que los Libros Plúmbeos se aceptaran como genuinos: su ambición era hacer carrera como intérprete de árabe y conseguir la hidalguía, lo que le protegería a él y a su familia contra la expulsión que se veía venir.

Para poder ser incluidos en la sociedad cristiana como árabe-hablantes, los moriscos querían demostrar su genealogía auténtica como descendientes de cristianos árabes, en una España obsesionada por la pureza de sangre. Los autores del Pergamino y los Libros Plúmbeos defendían un mensaje místico inclusivo («Todos los libros son la Verdad») en la que la lengua árabe jugaba un papel central para la salvación. En fuentes de la Inquisición, Miguel de Luna figura como alguien que conocía el contenido islámico de los Libros Plúmbeos, como ha demostrado Mercedes García-Arenal [11].

Exploramos también el papel de otro médico, Alonso, probablemente hijo de Miguel de Luna; también estaría implicado en la trama y fue procesado por la Inquisición en Granada y en Murcia. Nuestros datos sobre Luna confirman anteriores hipótesis.

Portada de La Verdadera Historia del Rey Don Rodrigo de Miguel de Luna

Estamos en desacuerdo con anteriores investigaciones, sin embargo, en cuanto a Alonso del Castillo, el otro intérprete granadino de árabe que trabajó con Luna para traducir el Pergamino y los Libros Plúmbeos. Hemos demostrado que no tomó parte en la falsificación.

Señalamos a otro morisco que pudo estar implicado, el que se encargó de llevar transcripciones árabes de los Libros Plúmbeos a Túnez: se llamaba en árabe Yūsuf Qalbu al-Andalusī y en español Juan Calvo Navarro. Era un escribano en Granada que redactó el testamento de Alonso del Castillo. Fue uno de los supuestos descubridores de los Libros en las cuevas del Sacromonte.

Conclusión y agradecimientos

No cabe duda alguna sobre la naturaleza fraudulenta de los Libros Plúmbeos. Se detectan en ellos huellas de la prisa y pequeñas contradicciones que sugieren que se fabricaron bajo la presión del tiempo. Pero, al mismo tiempo, creemos que puede haber más detrás de este episodio que una simple fabricación instrumental.

Hablaré aquí de dos aspectos. Primero, tenemos la enorme extensión de los textos y sus muchas facetas teológicas, rituales, éticas y escatológicas. Creemos que esa amplitud sobrepasa la intención de legitimar intereses ideológicos. Sus autores habrían podido conseguir su objetivo con un número de textos mucho más reducido, y podrían haber omitido las extensas discusiones éticas que encontramos en el Libro de Dichos Sabios sobre la Religión (LP14).

Es más: la creatividad, imaginación e, incluso, invención literaria necesarias para concebir estos textos, elaborar sus argumentos doctrinales y rituales, y luego componerlos sugieren que se usaron dentro de un reducido grupo ya iniciado en su mensaje.

En segundo lugar, sabemos que hubo un grupo de cientos de moriscos granadinos que se evadieron de la expulsión, fueron descubiertos por la Inquisición a principios del siglo XVIII y fueron procesados por sus creencias islámicas. Muchos de ellos fueron a Estambul. Según fuentes inquisitoriales, las creencias fundamentales que abrazaban coincidían con las creencias fundamentales de los Libros Plúmbeos. Es decir, el mensaje de los Libros habría sido abrazado por un pequeño grupo de moriscos que no fueron expulsados en 1611.

Los Libros Plúmbeos eran documentos moriscos profundamente influidos en su mensaje islámico por la tradición intelectual mudéjar y morisca, la cual se puede reconstruir a base de los manuscritos árabes y aljamiados conservados. No entro en detalles aquí, pero algunos de estos documentos iluminan la base religiosa de esa tradición. Tenemos los manuscritos islámicos en árabe descubiertos en el siglo XVII en Pastrana (pueblo densamente poblado por moriscos granadinos tras la rebelión de las Alpujarras), analizados en años recientes por Mercedes García-Arenal y Fernando Rodríguez Mediano [12]; manuscritos árabes que pertenecieron a moriscos que ahora están en la biblioteca del Vaticano; los manuscritos mudéjares de Ocaña y otros lugares [13]; y el texto profético encontrado en Cútar, estudiado por Carmen Barceló y Ana Labarta [14]. Otras fuentes importantes pueden ser los textos cristianos, incluso misioneros, a los que estos manuscritos parecen responder, a veces de manera polémica.

¿Cuál fue el objetivo de esta extensa e ingeniosa invención histórica y religiosa? En su aspecto más práctico:  legitimó la existencia de un grupo que estaba amenazado por la marginación y la expulsión, los moriscos, en general, pero más particularmente el grupo de moriscos granadinos que, en su apariencia externa, estaban asimilados por completo y que aún vivían en Granada después de las expulsiones forzosas de Castilla tras la revuelta de 1568-1571. También legitimó la devoción externa cristiana dentro de este grupo.

Finalmente, quiero expresar nuestro agradecimiento a todos los que nos han ayudado y han hecho posible este trabajo. No puedo nombrarlos a todos, pero sin ellos no se habría podido escribir este libro. En primer lugar, he de mencionar la erudición y el apoyo, hace ya muchos años, del profesor Leonard Patrick Harvey (1929-2018), y de Fernando Rodríguez Mediano y de Mercedes García-Arenal del CSIC de Madrid. Agradecemos a la sra. Nanda de Groot por su ayuda con las fotos, y a la profesora Consuelo López-Morillas por su corrección del texto [15]. El proyecto del European Research Council (ERC), The European Qur’an, dirigido por la profesora Mercedes García-Arenal, del que soy investigador,  nos ha permitido que nuestra edición esté en acceso abierto [16]. La infatigable ayuda y amistad de los archiveros del Sacromonte, Vicente Redondo Toro y Juan Sánchez Ocaña, han sido decisivas, junto con la generosa colaboración de nuestros colegas Antonio López Carmona y María Luisa García Valverde. Ha sido crucial el compromiso de todos ellos con las colecciones del Sacromonte —no solo con los Libros Plúmbeos, sino con todos los demás tesoros del archivo y la biblioteca. Verdaderamente fundamental, sin embargo, ha sido el permiso del Arzobispo don Francisco Javier Martínez Fernández. Agradecemos de todo corazón su confianza en nosotros.

Quiero recordarles de nuevo que nuestro libro es solo la primera edición de una serie de textos muy complicados y difíciles: esperamos que pueda servir de paso inicial en el estudio de los Libros Plúmbeos.


Apéndice:

Estos son los títulos (originalmente en árabe) de los libros en el orden en que se encontraron:

  1. Los Fundamentos de la Religión por Tisʿūn ibn ʿAṭṭār, discípulo del Apóstol Jacobo
  2. Libro de Tisʿūn ibn ʿAṭṭār sobre la Venerable Esencia
  3. Oración y amuleto contra todos los males por Jacobo hijo de Shamīkh al-Zabadī, el Apóstol
  4. Libro de la Forma de la Misa por Jacobo el Apóstol escrito por su secretario, Tisʿūn ibn ʿAṭṭār
  5. Libro del honrado y bendito apóstol Jacobo ibn Shamīkh al-Zabadī sobre la admonición a los Apóstoles, y el consenso de éstos sobre él
  6. El Llanto del Apóstol Pedro, el Vicario, después de haber denegado a su señor Jesús en el momento de su crucifixión
  7. Libro de las Cualidades Sobresalientes y los Milagros de Nuestro Señor Jesús y de su Madre la Bendita Virgen María
  8. Libro de los Más Potentes Instrumentos del Poder, la Clemencia, y la Justicia del Universo (1a parte)
  9. Otro ejemplar con ligeras variantes del “Libro del honrado y bendito apóstol Jacobo ibn Shamīkh al-Zabadī sobre la admonición a los Apóstoles y el consenso de éstos sobre él”, LP5
  10. Libro de los Más Potentes Instrumentos del Poder, la Clemencia, y la Justicia del Universo (2a parte)
  11. Libro de la Historia del Sello de Salomón
  12. Libro de las Bendiciones de la Morada de la Paz y de los Castigos de la Morada de la Venganza, por Cecilio ibn al-Riḍā, discípulo del Apóstol Jacobo
  13. Libro de la Naturaleza y el Poder del Ángel por Cecilio ibn al-Riḍā, discípulo del Apóstol Jacobo
  14. Libro de Dichos Sabios sobre la Religión
  15. Libro de la Historia de la Esencia del Evangelio
  16. Libro de las Conversaciones Íntimas de la Virgen María
  17. La Esencia del Evangelio
  18. Libro de los Regalos a los Siervos de Dios que Creen en la Esencia del Evangelio, con ocho preguntas hechas a María Bendita
  19. Libro de los Enormes Secretos
  20. Libro de las Cualidades Sobresalientes del Apóstol Jacobo y Sus Milagros (1a parte)
  21. Libro de las Cualidades Sobresalientes del Apóstol Jacobo y Sus Milagros (2a parte)
  22. Libro de los Enormes Secretos del Gran Concilio que vio el Apóstol Jacobo en el Monte Sacro, escrito a sus órdenes por su discípulo Cecilio

Para ampliar:


Notas:

* Este texto está basado en la presentación del libro The Lead Books of the Sacromonte and the Parchment of the Torre Turpiana: Granada, 1588-1606 General Introduction, Critical Edition, and Translation, por Pieter Sjoerd van Koningsveld, catedrático emérito de Estudios Islámicos, Universidad de Leiden, y Gerard Wiegers, catedrático de las Ciencias de las Religiones, Universidad de Ámsterdam. La presentación fue llevada a cabo por Gerard Wiegers en la Abadía del Sacromonte, 15 de diciembre de 2023, con ocasión del cuarto centenario de la muerte de Pedro Vaca de Castro y Quiñones, arzobispo de Granada (14 de mayo 1534 – 20 de diciembre 1623).

[1] Pieter Sjoerd van Koningsveld y Gerard Albert Wiegers, The Sacromonte Parchment and Lead Books.

[2] Hagerty, Los Libros Plúmbeos del Sacromonte.

[3] Hagerty Fox, “Transcripción, traducción y observaciones de dos de los libros plúmbeos (tesina de licenciatura y tesis doctoral); Roisse, “La Historia del Sello de Salomón.”

[4] Van Koningsveld y Wiegers, El Pergamino y los Libros plúmbeos (traducción por Mònica Colominas Aparicio),

[5] LP22, nuestra edición, p. 562.

[6] Por ejemplo, Harvey, Muslims in Spain, 1500 to 1614.

[7] LP1, fol 3b, cf. ahl-al-ḥall wa al-ʿaqd.

[8] Ver, entre otros, Stewart, “Dissimulation in Sunni Islam and Morisco Taqiyya.”

[9] Si hemos acertado al argüir que no hay ningún texto por descifrar, tenemos que suponer que los autores no pensaban en un futuro concilio, sino en la inclusión del grupo en su propia sociedad como proceso social y político.

[10] En otro tratado escrito por él, sobre la higiene y el valor de los baños públicos, Miguel de Luna también mantuvo que el Pergamino era una fuente auténtica cristiana y deriva argumentos médicos del comentario sobre la profecía.

[11] García-Arenal, “Miguel de Luna y los moriscos de Toledo: ‘No ay en España mejor moro’”.

[12] García-Arenal y Rodríguez Mediano, The Orient in Spain. Converted Muslims, the Forged Lead Books of Granada, and the Rise of Orientalism.

[13] Van Koningsveld y Wiegers. “The polemical works of Muhammad al-Qaysī (fl. 1309) and their circulation in Arabic and Aljamiado among the Mudejars in the fourteenth century.”

[14] Barceló y Labarta, “Tawq al-Ḥamāma: un muwaššaḥ apocalíptico.”

[15] Agradezco a Consuelo López-Morillas también por traducir el texto de la presente presentación.

[16] Ver: https://brill.com/display/title/68485