Las pioneras del arabismo español

Con estos perfiles de pioneras del arabismo español se añade una pincelada más al retrato de una época, la de la España de la República, en la que se habían empezado a producir cambios de largo alcance en la sociedad y en las mentalidades, los cuales se frenaron en gran medida a causa de la Guerra Civil y la Dictadura de Franco


Maribel Fierro
ILC-CSIC (Madrid)


Estudiantes y profesores del crucero universitario por el Mediterráneo, diario Ahora, julio de 1933

Se conoce como los “Banu Codera” a un grupo de arabistas españoles que  remiten su genealogía (“los hijos de Codera”) a Francisco Codera y Zaidín (Fonz, Huesca, 23 de junio de 1836-Fonz, 6 de noviembre de 1917). Catedrático​ desde 1872, ingresó luego en la Real Academia de la Historia. La misma trayectoria fue seguida por su discípulo Julián Ribera i Tarragó (Carcagente, 1858-Madrid, 1934), por el discípulo de éste Miguel Asín Palacios (Zaragoza, 5 de julio 1871-San Sebastián, 12 de agosto 1944) y por el último de la familia, Emilio García Gómez (Madrid, 4 de junio de 1905 – Madrid, 31 de mayo de 1995). Todos hombres en aquel entonces. Hoy en día en el campo del arabismo hay un predominio de mujeres. ¿Quiénes fueron las primeras arabistas? ¿Ocuparon algún lugar en esa genealogía familiar? A continuación me voy a centrar en las primeras mujeres arabistas —las nacidas antes de 1930— que lograron desarrollar una carrera profesional en el mundo académico, mujeres cuyas trayectorias ilustran no sólo la lenta incorporación de las mujeres a la enseñanza en las Universidades españolas sino también algunas de las peculiaridades que caracterizaron en términos generales su labor profesional.

Una de las dos primeras mujeres arabistas que llegaron a tener una carrera profesional universitaria en España fue una discípula de Emilio García Gómez durante el periodo en que éste fue catedrático de Lengua Arábiga en la Universidad de Granada, cargo que desempeñó desde 1930 hasta finales de 1935. En 1944, Joaquina Eguaras Ibáñez (Orbaiceta, Navarra, 10 de enero de 1897 – Granada, 25 de abril de 1981) leyó su Tesis Doctoral sobre el tratado de agricultura de Ibn Luyūn realizada bajo la supervisión de  Emilio García Gómez. Fue publicada en 1975. Pero la incorporación de Joaquina Eguaras al mundo académico había tenido lugar antes de su contacto con el arabista madrileño. De padre militar, su familia se estableció en Granada cuando Joaquina Eguaras tenía dos años, siendo la ciudad en la que transcurrió el resto de su vida.​ Tras sus estudios de Magisterio (1912-1916), entró en la Universidad en 1918 para cursar la carrera de Filosofía y Letras. Diría luego orgullosa: «Yo fui la primera mujer que vino a la Universidad, la primera …” (Necrológica, 1981; Díaz-Andreu 2002).

Monumento a Joaquina Eguaras en Granada

Finalizó sus estudios en 1922 y en 1925 entró como Profesora Ayudante en la Facultad de Filosofía y Letras como primera mujer en formar parte del profesorado de la Universidad de Granada. En 1930 ingresó por oposición en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y en el mismo año fue nombrada directora del Museo Arqueológico y Etnológico de Granada, cargo que  ocuparía hasta su jubilación en 1967. Tras la fundación de la Escuela de Estudios Árabes en 1932, comenzó a colaborar en ella, siendo becaria, auxiliar de la biblioteca, adjunta de la Sección de Filología y su secretaria desde 1963. ​Entre 1940 y 1965 tuvo varios encargos de Cátedra de materias relacionadas con los estudios árabes. Su producción académica se limita a unos pocos títulos, pero su impacto en la enseñanza universitaria fue notable, dejando el recuerdo de una personalidad cálida y generosa. Bernabé López García nos dice al respecto: “Fui alumno de Joaquina Eguaras en la Escuela de Estudios Árabes, donde enseñaba árabe en cursos gratuitos y abiertos a cuantos queríamos aprender algo más de lo que nos enseñaban en los cursos de comunes en la Facultad. Recuerdo su paciencia y cariño con el que nos trataba a todos, un grupo de ocho o diez alumnos”. La ciudad de Granada le ha rendido homenaje dando su nombre a una de sus principales calles, la Avenida Joaquina Eguaras, y su muerte dio lugar a necrológicas y semblanzas en medios de comunicación locales y revistas académicas.

La segunda mujer arabista con trayectoria profesional en el mundo universitario español es Soledad Gibert Fenech (fallecida en Madrid 2000; su fecha de nacimiento no es mencionada en la única semblanza de ella que he podido encontrar). Tras la finalización de la Guerra Civil, en la que su familia fue pro-franquista, terminó sus estudios universitarios en Madrid, siendo compañera de Elías Terés (Funes, 26 de octubre de 1915-Madrid, 10 de julio de 1983) (Marcos Marín 1983) [1], quien más tarde sería Catedrático de Historia de la literatura árabe clásica y literatura arábiga española en la Universidad Complutense, y de Pilar León Tello (fallecida en 2017) quien se especializó en estudios sobre los judíos en la Península Ibérica (véase su esquela y su producción científica).

Soledad Gibert se licenció en 1945. Tuvo como profesores a Miguel Asín Palacios y a Emilio García Gómez, quien dirigió su Tesis Doctoral sobre el poeta Ibn Jātima de Almería que fue leída en 1951 y posteriormente publicada. Su labor como profesora la inició en la Universidad Complutense de Madrid en el curso 1944-1945 continuándola en la misma ciudad, luego en Barcelona hasta su regreso de nuevo a la UCM en 1977 donde se jubiló en 1986. La revista Anaquel de Estudios Arabes de la UCM le dedicó un Homenaje en 2001, en el que llama la atención la ausencia de cualquier semblanza por parte de sus colegas o antiguos alumnos, reflejo tal vez del perfil bajo que siempre mantuvo. Por sus clases pasaron como estudiantes varios de los que luego marcarían el desarrollo del arabismo español durante las últimas décadas de la Dictadura y la reanudación de la democracia, entre ellos varias mujeres. Entre las que cita su marido Joaquín Vallvé se cuentan Rosa Kuhne, Josefa Azcárraga, María Jesús Rubiera, Concepción Vázquez de Benito, María Jesús Viguera, Manuela Marín y Ana Ramos.

Soledad Gibert junto al hispanista egipcio Mahomoud Ali Makki

En una generación intermedia entre la de Soledad Gibert y la de sus estudiantes hay que situar a Leonor Martínez (1930-2013), especialista en poesía árabe contemporánea y profesora en la Universidad de Barcelona (donde rechazó la posibilidad de ser catedrática para evitar que se pudiera creer que debía tal promoción al hecho de ser esposa de Juan Vernet, 1923-2011) (Samsó 2014). También a Rafaela Castrillo (nacida en Madrid, 1931), funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y profesora de lengua árabe en la Universidad Complutense de Madrid desde 1959 hasta su jubilación en 2001, centrando su investigación en la historia de al-Andalus y el Magreb (Viguera 2003).  

Volviendo a Soledad Gibert, se casó en 1962 con Joaquín Vallvé (Tetuán, 6 de agosto de 1929-Madrid, 3 de octubre de 2011), Catedrático en la última etapa de su vida profesional de Lengua Árabe y Árabe Vulgar en la UCM, y a él debemos un breve relato sobre la vida que compartieron, un escrito curioso que refleja muy bien a su autor y del que se han extraído los datos aquí mencionados. Al final recoge la producción de Soledad Gibert, también escasa como la de Joaquina Eguaras en comparación con la de sus colegas varones, y centrada en el estudio de la poesía andalusí o arábigoandaluza como se decía en su época (Vallvé 2000).

Entre Joaquina Eguaras y Soledad Gibert hubo una cantera de mujeres arabistas relacionadas con la Escuela de Estudios Árabes de Madrid, fundada en 1932 siendo Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de la Segunda República Fernando de los Ríos. En dicha Escuela fueron becarias en la década de los treinta del s. XX Ángela Barnés, Manuela Manzanares, María Luisa Fuertes y Esmeralda Gijón Zapata, viéndose luego afectadas sus trayectorias profesionales por la Guerra Civil. A destacar que el quehacer en los estudios árabes de Joaquina Eguaras estuvo estrechamente relacionado también con la Escuela de Estudios Arabes de Granada —fundada asimismo en 1932— y el de Soledad Gibert con la de Madrid una vez finalizada la Guerra Civil.

A falta de un estudio más detallado sobre esa generación, hombres y mujeres incluidos, generación en gran medida perdida, me referiré a los pocos datos de que dispongo. Ya señaló Manuela Marín en su día cómo la ausencia de materiales autobiográficos dificulta trazar una historia del arabismo español más allá de fechas y materiales oficiales.

María Luisa Fuertes se casó con Emilio García Goméz, sin tener luego trayectoria profesional en el mundo académico. Su papel como “señora de…” es sin duda la razón de no haber dejado huella alguna más que en relación con la biografía de su marido.

Manuela Manzanares

Manuela Manzanares (Torre de Juan Abad-Ciudad Real, 1910-Southfield, Michigan, 29 de abril de 2004), tras establecerse su familia en Granada, inició allí sus estudios universitarios en 1928 teniendo como profesor a Emilio García Gómez. Se licenció en Madrid en 1931 y en 1932 fue becaria de la Escuela de Estudios Árabes, donde inició su Tesis Doctoral, que no pudo terminar por la Guerra Civil. En 1933 participó en el famoso Crucero Universitario por el Mediterráneo [2] gracias a una beca que obtuvo gracias a los buenos oficios de Miguel Asín Palacios y del padre de su amiga Angela Barnés. Al año siguiente se casó con José Francisco Cirre, gerente de la revista Cruz y Raya fundada por José Bergamín. Tras la Guerra Civil se exilió con su marido, pasando por Bélgica, Colombia y Estados Unidos donde trabajó en el Departamento de Lenguas Románicas y Germánicas del College of Liberal Arts de la Wayne State University de Detroit. En la Universidad de Michigan pudo por fin leer su Tesis Doctoral de la que salió la obra por la que es más conocida, Arabistas españoles del siglo XIX, publicada en Madrid en el Instituto Hispano-Árabe de Cultura en 1972 (fue reimpresa en 1979 y traducida al árabe en 2003). Gracias a la profesora de la Universidad de Granada Mercedes del Amo, de Manuela Manzanares sí tenemos materiales autobiográficos, en los que llaman la atención sus frecuentes referencias al papel secundario que se le dio frente a su marido durante la estancia en Colombia y Estados Unidos siendo así que sus credenciales académicas eran superiores. Mercedes del Amo le pregunta qué carrera tiene su marido y ella responde: “Filosofía y Letras, pero no la había terminado y es a lo que voy… ¡Ese hombre no había terminado la carrera de Letras!, y a él le ofrecen un contrato a tiempo completo y a mi, que casi era doctora, me ofrecen unas cuantas horas por la tarde… ¡Tenía un reconcomio aquí! (se señala el corazón y ríe de nuevo). Vosotras lo tendríais también, porque no hay derecho” (del Amo 2003).

Ángela Barnés en la Escuela de Estudios Árabes, 1934

Angela Barnés, hija de un Ministro de la República, nació en 1912 [3] y en 1936 leyó su Tesis Doctoral dirigida por Miguel Asín Palacios sobre el Kitāb sidrat al-muntahā del autor oriental Ibn Waḥšiyya [4]. No pudo tener actividad académica después del final de la Guerra Civil por su posicionamiento político a favor de la República durante la misma.

Esmeralda Gijón en la Escuela de Estudios Árabes, 1934

Debemos lo que sabemos sobre Esmeralda Gijón Zapata (Madrid, 1913-Teherán, 1968) al estudio que le dedicó en 2000 Fernando de Ágreda en el que está basado lo que sigue.  Entre 1928-1931 cursó Filosofía y Letras en Madrid. En 1933, como Manuela Manzanares, participó en el Crucero Universitario por el Mediterráneo, dejando escritos sus recuerdos de aquella experiencia que marcó a toda una generación. En 1934-1935 tuvo una beca en Fez e inicia su Tesis Doctoral en la Escuela de Estudios Árabes. Tras la Guerra Civil ingresó como funcionaria del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en 1944 y empezó a trabajar en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid solicitando la excedencia el 16 de julio de 1964. En 1960 había obtenido una beca del Gobierno de Irán para estudiar la lengua persa, con objeto de poder catalogar y trabajar sobre los manuscritos persas conservados en la Biblioteca de Palacio y en la de El Escorial. No parece haber escrito nada al respecto. Falleció en Teherán en circunstancias desconocidas en 1968, y allí está enterrada [5].

Estudiantes españoles durante el crucero universitario por el Mediterráneo. Visita a la mezquita de Solimán el Magnífico en Estambul. Esmeralda Gijón sentada, con trenzas y vestido blanco. Diario Ahora, 19 de julio de 1933

De las seis mujeres aquí tratadas nacidas antes de 1930, cuatro contrajeron matrimonio, y de esas cuatro sólo dos tuvieron una carrera académica; en el caso de Soledad Gibert, la carrera vino antes que el matrimonio. Las dos arabistas que lograron desarrollar una carrera universitaria en España tuvieron una producción de publicaciones escasas pero valiosas; su escasez tuvo seguramente que ver con su dedicación a labores de secretaría y de administración y por la dedicación que se señala tuvieron a sus estudiantes. Hubo una vocación frustrada por la Guerra Civil, otra que culminó muchos años más tarde en el exilio y otra que pudo haber hecho despegar los estudios persas en España pero que fue truncada por la muerte. Con estos perfiles de arabistas mujeres pioneras se añade una pincelada más, en cualquier caso, al retrato de una época, la de la España de la República, en la que se habían empezado a producir cambios sociales y de las mentalidades de largo alcance a los que frenó en gran medida el triunfo de Franco y el establecimiento de su Dictadura. Reflejo de esos cambios son las palabras que recordaba Manuela Manzanares en boca de su madre: “Ella se adelantó a su tiempo pues pensaba que tanto los hombres como las mujeres eran listos cuando lo eran y tontos cuando no. Mi madre decía: «la inteligencia esta aquí (señala la cabeza), no aquí» (señala los atributos femeninos y ríe a carcajada como a lo largo de casi toda la entrevista)” (del Amo 2003).

Addendum

17 de marzo de 2019

Otras dos arabistas nacieron antes de 1930, si bien su incorporación a la vida universitaria fue tardía. Tuvo lugar en efecto alrededor de la década de los 70 del pasado siglo, lo que las diferencia de las tratadas con anterioridad. Pero su fecha de nacimiento las coloca en el mismo grupo y contribuye a resaltar la variedad de trayectorias de estas pioneras del arabismo español.

Sobre Joaquina Albarracín (1921-2011), Celia del Moral ofrece una detallada semblanza: estudios universitarios en Granada una vez terminada la Guerra Civil, larga estancia como enseñante e investigadora en el Protectorado español en Marruecos, incorporación a la enseñanza universitaria en 1974 y una dedicación a los estudios sobre la vestimenta tradicional marroquí, la magia y documentos árabes granadinos.

Sobre Rosa Kuhne (1926-2002) ha escrito su discípula Cristina Álvarez Millán: terminó sus estudios con cuarenta años en 1966 y leyó su Tesis en 1969, fue profesora en la Universidad Complutense hasta su jubilación y se convirtió en una rigurosa especialista en la historia de la medicina islámica. Quienes tuvimos la suerte de tratarla recordamos su serenidad y su apartamiento de lo que podríamos llamar el ‘ruido’ de nuestra profesión. Tengo un grato recuerdo de un desayuno con ella en Venecia durante la celebración de un congreso de la Unión Europea de Arabistas e Islamólogos en el que nos contó las peripecias de una vida marcada por su origen alemán y la II Guerra Mundial.

Notas:

  1. Véase también Soledad Gibert, “Elías Terés Sádaba (1915-1983)”, Al-Qantara IV (1983), pp. 449-457.
  2. El sueño de una generación: El crucero universitario por el Mediterráneo de 1933, Barcelona: Publicacions i Edicions, Universitat de Barcelona, 2006.
  3. Lo deduzco del artículo de Paz Fernández citado a continuación quien dice que cuando la entrevistó telefónicamente en 1992 tenía 80 años.
  4. Paz Fernández, “El islamólogo Félix María Pareja  y la Mild Sumatra Cigars”, Al-Qantara XIII (1992), pp. 395-400 (incluye las fotos de Angela Barnés y de Esmeralda Gijón aquí reproducidas. Mi agradecimiento a Paz Fernández por haberlas puesto a nuestra disposición).
  5. Manuela Manzanares, quien la trató de becaria, dice que apareció asesinada en una carretera. Fernando de Ágreda dice que en la documentación por él consultada se señala que murió por quemaduras.