Los moriscos y la conquista de al-Andalus

A través de la relectura y reinterpretación de la conquista de al-Andalus y de la historia del pasado islámico de la Península Ibérica, algunos moriscos propusieron un modelo social y cultural con el que solventar los problemas que esta minoría afrontaba en el seno de la Monarquía Hispánica.


Javier Albarrán
Universidad Autónoma de Madrid


Comienzo del proemio de la Historia verdadera del rey Don Rodrigo (Madrid, 1654)

En 1567 Felipe II promulgaba la Pragmática Sanción, también conocida como Pragmática antimorisca. Este edicto prohibía, entre otras cosas, la lengua árabe, los libros en árabe, la vestimenta morisca o los llamados baños árabes. Asimismo, los moriscos llevaban sufriendo desde 1502 una serie de conversiones forzosas que habían supuesto una traición a las capitulaciones de la conquista de Granada. En ese ambiente de finales del siglo XVI, un contexto de creciente persecución a los antiguos musulmanes acrecentado por la revuelta de las Alpujarras, Miguel de Luna, morisco procedente de una familia de Baeza, publicaba en 1592 la primera parte de su Verdadera Historia del Rey Don Rodrigo, cuyo título completo era La verdadera historia del rey Don Rodrigo en la qual se trata la causa principal de la perdida de España, y la conquista que della hizo Miramamolin Almançor, Rey que fue del Africa, y de las Arabias, y vida del Rey Iacob Almançor. Ocho años más tarde vería la luz la segunda parte.

Portada de la primera edición de la Verdadera historia del rey Don Rodrigo (Granada, 1592)

La Verdadera Historia se presentaba, en opinión del examinador dominico fray Vicente Gómez, como una obra útil y provechosa para la fe católica. Asimismo, el propio Luna parece posicionarse siempre como un autor cristiano, como un “cristiano arábigo”, que dialoga con una audiencia de “virtuosos que tienen Christiandad y buena conciencia”. En este sentido, una pregunta que podría plantearse es hasta qué punto estaba Luna desvinculado del islam. A través de nueva documentación, ha surgido entre algunos investigadores la hipótesis de que no lo estaba por completo. De manera inesperada, Luna apareció en el proceso inquisitorial contra el morisco Jerónimo de Rojas, procesado en Toledo entre 1601-1603, y de él se decía que “no hay en España mejor moro”. En este sentido, es probable que estuviese vinculado a sectores moriscos que continuaban siendo musulmanes, algo que no es para nada incompatible con el proyecto sociocultural que, como veremos, presenta en sus escritos. No obstante, y al ser muy difícil calibrar sus creencias sinceras, lo que resulta aquí de interés es la postura pública que tomó como intelectual en su obra, más allá de sus sentimientos internos, complicados de demostrar. Lo que sí parece evidente es que los intelectuales moriscos como él gozaban de una cultura híbrida que bebía de dos tradiciones, y eso es algo que se observa con claridad en sus obras. Luna moriría finalmente en 1619 en Granada, habiendo así evitado la expulsión.

Esta hibridación se ve ya en la misma estructura de La Verdadera Historia del rey Don Rodrigo. La obra consta de dos partes: la primera es una historia no solo de la conquista de al-Andalus sino también de algunos reyes musulmanes, tanto norteafricanos como orientales. La segunda dedica unos capítulos a hacer una alabanza de España.

El objetivo de Luna era la reinterpretación de la conquista de al-Andalus y del periodo islámico en la Península Ibérica a través del modelo de descubrimiento de un libro oculto: un libro árabe escrito por un tal Tarif Abentarique que se habría conservado en la biblioteca de El Escorial. Miguel de Luna, supuestamente, solo lo había traducido. Era este presunto cronista, testigo de los hechos, quien desempeñaba el papel de legitimador del relato. El propósito de este supuesto autor árabe era el de “memorar la verdad, con rectitud y simplicidad”, ya que al estar la obra escrita a mano por no existir la imprenta, y siendo este trabajo tan difícil y costoso, no se podía permitir errores.

Veamos ahora con detalle alguno de los relatos ficticios que aparecen en la obra, en concreto el cuento de la princesa Zahra Abnalyaça, hija de un rey musulmán, Mahometo Abnehedin, que, según la obra, reinaba en la parte oriental de África. Enamorado el rey Rodrigo de ella, la convenció de que se convirtiera al cristianismo y se casara con ella, haciéndola de ese modo reina. Asimismo, dejó el rey godo libertad a los criados de su nueva esposa para que cambiasen de fe o volviesen a sus tierras. Más adelante, una vez conquistada la Península Ibérica por los musulmanes, el infante Mahometo Gilhair, hijo del rey de Túnez, deseoso de casarse con la reina Zahra la instó a volver al islam, pensando que como era árabe no sería complicado. Pues bien, no solo se negó Zahra a dejar el cristianismo, sino que fue finalmente Gilhair quien se convirtió a la religión de Cristo.

Son muchas las apreciaciones que pueden hacerse de esta pequeña historia. Para empezar, a través de la conversión de Zahra y de Gilhair vemos cómo lo árabe no estaría reñido con el cristianismo, ni implicaría necesariamente una única religión: el islam. Es más, se constata cómo los conversos del islam al cristianismo, en este caso Zahra y Gilhair, son conversos convencidos. Asimismo, se intenta mostrar también cómo la conversión no es un proceso forzado, impuesto. Tanto Zahra y sus criados como Gilhair pudieron elegir si se convertían o no. Más aún, la conversión de Zahra y el matrimonio entre Rodrigo y ella convirtieron a una mujer de “nación árabe” en la legítima reina del pasado que se quería restaurar en la ideología neogoticista, la interpretación del pasado hegemónica en la Monarquía Hispánica: el reino visigodo. En este sentido, quizá es conveniente aventurar que en este episodio se estuviese planteando la inclusión de “lo árabe”, del pasado árabe de la Península, en la idea –todavía muy polisémica y poco definida– de “esencia española” que a raíz de la unión dinástica y de coronas comenzaba su largo proceso de gestación. Aunque lo habitual era la tendencia contraria, algunos autores defendían que los antepasados de los moriscos eran uno de los componentes que habían ayudado a formar lo español. Fray Agustín de Salucio, por ejemplo, en su crítica a los estatutos de limpieza de sangre llamó la atención sobre la constante mezcla entre distintos grupos desde la conquista árabe. Para ello argumentaba, citando de forma significativa la Verdadera Historia de Luna, que era evidente que las conversiones y apostasías sucesivas de los naturales de España invalidaban toda pretensión de limpieza de sangre. En la propia obra de Luna se cita un episodio según el cual muchas cristianas naturales de la Península se convirtieron al islam para casarse con los conquistadores, mezclándose por tanto la sangre.

Si retomamos el relato de conversiones de Gilhair y Zahra, aparece otra cuestión no menos importante relacionada también con la sangre. A la hora de aceptar el matrimonio con Gilhair si este se convertía al cristianismo, uno de los motivos por los que Zahra se autoconvenció fue el hecho de que Gilhair tenía, al igual que ella y a pesar de ser musulmán, “sangre real”. Es decir, Luna desligaba así la sangre, el linaje, de la religión. Si leemos este pasaje atendiendo al contexto que vivió nuestro autor, sobre todo en Granada, no tenemos más remedio que hacer referencia al debate que se estaba produciendo en torno a los antiguos linajes provenientes del reino nazarí de Granada, y a si debían o no mantener su condición noble. La demostración de que se era noble de origen musulmán unido a servicios a la Corona, concedía el estatus de hidalgo así como la exención de impuestos. Esto produjo una serie de falsificaciones de linajes, peticiones de hidalguía y exenciones tributarias, que sobre todo destacó a partir de la década de 1570 y tras la expulsión.

Uno de los ejemplos más llamativos es el que gira en torno a la obra El Origen de la Casa de Granada. Esta obra pretendía, a través de una reelaboración genealógica imaginaria, demostrar que el linaje morisco de los Granada Venegas no solo descendía de la realeza nazarí sino que entroncaba también con linajes aristocráticos de la Hispania goda. A este origen visigodo llegaba esta obra a través de los reyes de Murcia y Zaragoza,  siendo en este sentido la figura de Ibn Hud, Abenhut, fundamental:

“…Abenhut por ser príncipe de tan antiguo y Real linaje y por su persona muy aventajado assi en pressenzia de cuerpo y Balentia como en las Birtudes de su animo muy liberal que mantenía mucho la Verdad y la Justizia y por todo esto no solo fue zelebrado de los historiadores árabes de su tiempo mas también de los nuestros españoles”.

Extracto del Origen de la Casa de Granada, donde aparece el linaje godo y el rey Abenhut. En la esquina superior derecha aparece la imagen de un san Pedro de tez oscura. Real Academia de la Historia, Ms. B-86.

Así mismo, presentaba también una imagen del linaje Granada Venegas con tintes filocristianos, lo que se sumaría a la legitimidad otorgada por los tiempos anteriores a la conquista islámica de la Península Ibérica. En este sentido es interesante observar la actitud de Abenhut, que no duda en aliarse con los cristianos y también con los mozárabes de su reino, a los que trataba con justicia, contra los supuestos opresores almohades. Son estas actitudes de colaboración con los cristianos las que, junto a su linaje aristocrático nazarí, permitirán a los Granada Venegas, una vez convertidos, alcanzar puestos de responsabilidad, poder y prestigio en Granada. Se estaba así construyendo un pasado que renegociara la herencia islámica. No es de extrañar que Don Alonso de Granada Venegas y Rengifo, que en ese momento era caballero de Santiago, veinticuatro de Granada y alcaide del Generalife, estuviera en Madrid en 1568 intentando negociar medidas suaves para los moriscos y paliar así la puesta en práctica de la pragmática de 1567.

Sidi Yahya Alnayar, bautizado como Don Pedro de Granada Venegas, aparece vistiendo la cruz de Santiago y de pie junto a la cabeza de un musulmán.
Extracto de la tabla genealógica de la familia Granada Venegas, donde aparecen emparentados con la familia real nazarí. Real Academia de la Historia, Ms. Salazar y Castro D-25.

Por tanto, a través de relatos como el de Zahra y Gilhair y de la reinterpretación de la conquista de al-Andalus, Miguel de Luna proponía y justificaba una serie de pautas socio-culturales en un contexto en el que la persecución a los moriscos se hacía cada vez mayor: lo árabe no implicaba una religión determinada, a saber el islam; las conversiones no debían ser forzadas; los conversos profesaban realmente su nueva religión; y se debía incluir el pasado árabe en la esencia –en construcción y poco definida– de lo “español”.

Los pasajes relativos al tratamiento de los vencidos en La Verdadera Historia muestran otra arista más del conjunto de pautas sociales que parecía proponer Luna con su obra. El eje central de estas narraciones es el hecho de mostrar cómo los musulmanes, al conquistar la Península Ibérica, habían respetado los bienes así como la religión de sus habitantes, en su mayoría cristianos. Es decir, tampoco se ve en estos pasajes la imposición de la conversión. De todas las historias sobre el tratamiento de los vencidos hay una que sobresale por lo simbólico del lugar conquistado en el imaginario y el contexto morisco, así como por el discurso que Luna construye en torno a él: la conquista de la Alpujarra. Según nuestro autor, el musulmán encargado de la conquista de esta región granadina fue el capitán Abrahem Abuxarra, quien, tras tomar la zona, pactó con los cristianos que estos no serían agraviados y que mantendrían sus bienes, además de tener que pagar tan solo los impuestos que antes pagaban a sus reyes. Desde luego, las diferencias con el tratamiento hacia los moriscos vencidos tras la Guerra de las Alpujarras (1568-1571), que implicó la expulsión de sus hogares y la liquidación de sus haciendas, son evidentes. Es probable que Miguel de Luna estuviese criticando aquella medida tomada por Felipe II a la vez que reivindicaba un modelo diferente. Más aún, La Verdadera Historia, con una glosa marginal incluida, vinculaba el nombre dado a esta montañosa región con el del capitán, ofreciendo de este modo una etimología ficticia al nombre Alpujarra: “Deste Abrahem Abuxarra tomo nombre esta tierra llamarse Alpuxarra”.

Fragmento de la Verdadera historia del rey Don Rodrigo.

En resumen, Miguel de Luna estaba proponiendo un modelo social y de conversión, a aplicar en su contexto, que giraba, sobre todo, en la idea de que el cambio de religión no podía ser forzado y de que los conversos –debemos pensar en los moriscos–, así como el pasado árabe, debían ser integrados de forma plena en la sociedad de la Monarquía Hispánica. Nuestro autor proponía un cambio para el presente a través de una relectura del pasado andalusí, en concreto de la conquista de al-Andalus, que quedaba así instrumentalizada, al igual que lo sigue estando hoy en día a través de relatos como el “catastrofista” o el “negacionista”. No obstante, en esta revisión del pasado se observa también la cómoda –y necesaria– ambigüedad con la que elaboró el discurso nuestro autor, ya que a la vez que reivindicaba ciertos comportamientos y usos del pasado andalusí, mantuvo también la retórica de la Reconquista.

Ya desde el propio “Proemio” se puede observar la idea de la pérdida y restauración de Hispania tan propia del neogoticismo, así como la ascendencia real goda y los derechos al trono de don Pelayo. Miguel de Luna sintetizó estas ideas en un párrafo antológico –que pertenece a una supuesta carta enviada por don Pelayo al capitán Tarif Abenziet– donde incluyó todos los mitos de la Reconquista:

“Don Pelayo Rey y legitimo sucesor y heredero por línea recta del Reyno de España a nos perteneciente por fin y muerte del Rey don Rodrigo; al qual Dios perdone sus grandes pecados los quales creo fueron causa de su destruycion y desventura mia…aunque tienes ocupado nuestro Reyno de España con mal titulo, y fuerça de armas; tenemos confiança en Dios, que con su ayuda lo volveremos a restaurar”.

Traducción de la obra al francés publicada en 1680.

La Verdadera Historia conoció un notable éxito editorial, llegando a traducirse a varios idiomas, y a reinterpretarse, por tanto, la historia de la conquista de al-Andalus en otros contextos totalmente diferentes. En 1605 llegó un ejemplar de la obra a Inglaterra, en concreto a la biblioteca Bodleian. Su adquisición se produjo gracias a la donación de uno de los benefactores de la biblioteca, el conde de Southampton, un fiel católico. Sin embargo, el bibliotecario en aquel momento era Thomas James, importante teólogo protestante que aceptó el cargo con el objetivo de que la biblioteca se convirtiese en una herramienta con la que refutar el catolicismo. Esta compleja situación confesional de la Inglaterra de principios del siglo XVII nos muestra el tipo de ambientes en las que una obra como la de Luna podía ser leída. Poco después, en 1627, una parte de La Verdadera Historia había sido ya traducida al inglés con el siguiente título: Almansor the learned and victorious king that conquered Spaine. His life and death published by Robert Ashley, out of the librarie of the Universitie of Oxford. Robert Ashley, su traductor, afirmaba en la dedicatoria que al igual que Alejandro Magno se sirvió del ejemplo de Aquiles, y César del de Alejandro, el rey inglés Carlos I podía y debía servirse del ejemplo de Almanzor, el conquistador de al-Andalus, aunque este fuese de otra época y religión.

Para ampliar:

  • Albarrán Iruela, J. “‘El yugo de tu obediencia’: La Verdadera Historia del rey don Rodrigo de Miguel de Luna y la narración del pasado como reivindicación de un modelo social y de conversión”, en Franco, B., Lomas, M. Pomara, B. y Ruiz Bejarano, B. (eds.), Identidades cuestionadas. Coexistencia y conflictos interreligiosos en el Mediterráneo (ss. XII-XVIII), Valencia: Universitat de Valéncia, 2016, pp. 233-246.
  • García-Arenal, M. “Miguel de Luna y los moriscos de Toledo: ‘No hay en España mejor moro’”, Chronica Nova, 36, 2010, pp. 253-262.
  • García-Arenal, M. y Rodríguez Mediano, F. Un Oriente español: Los moriscos y el Sacromonte en tiempos de Contrarreforma, Madrid: Marcial Pons, 2010.
  • Luna, M. de. La historia verdadera del rey don Rodrigo, estudio preliminar de L. Berbabé Pons, Granada: Universidad de Granada, 2015.
  • Soria Mesa, E. “Una versión genealógica del ansia integradora de la élite morisca: el Origen de la Casa de Granada”, Sharq al-Andalus, 12 (1995), pp. 213-221.
  • Rodríguez Mediano, F. “Seeing oneself through other’s eyes: the translations of Miguel de Luna’s Historia Verdadera del rey d. Rodrigo”, en G. Marcocci, G. Tarantino (eds.), Through Your Eyes: The Reception of the ‘Religious Other’ in Intercultural Exchange, Leiden: Brill, [en prensa].